domingo, 29 de julio de 2012

Melancholia (Melancolía)

Spoiler alert J

Con todo el respeto que el cine de arte me merece, I just HATE it. Yo si no son de Hollywood, no disfruto las películas. Así que las dos horas que dura “Melancolía” fueron un suplicio.
Uno, me moría de sueño. Dos, la idea era ver “Batman”, pero esperar ¡tres horas! no era opción. Tres, como salen Kirsten Dunst y Keifer Sutherland, daba la apariencia de ser un film hollywoodense, pero ERROR. Garrafal, gigante... Lo peor es que la sala estaba casi llena, pero la Ana y yo asumimos que era por todos los “bati-bateados”.
No sé qué se fumó Lars von Trier (director y escrito de la película), pero la neta cero me gustó. Salimos traumadas, hasta de malas. ¡Nada que ver! Desde el principio como que no pintaba para estar buena, de hecho mucha gente se salió, pero pues según yo hay que darle oportunidad a la gente y sus cosas, pero naaahhh!! A la otra me veo más lista y me salgo antes de la media hora (para que me repongan mi boleto).
OK, me explico: la trama no se entiende. Es como una mezcla de piezas de diferentes rompecabezas; nada tiene sentido, nada tiene lógica. De repente ves a esta cuata en su boda feliz, luego haciendo pipi en el campo de golf, más tarde agarrándose al cuate que acababa de conocer, después el novio se va, el papá también, la mamá es una loca desnaturalizada, ¡ay nooooo, una locura! Por más que traté de entender, bueeeeno, ni “j”.
Segundo, la actriz Charlotte Gainsbourg es desesperante. Toda la película habla como cuchicheando (y no es el cuchicuchi de la Vázquez Mota al que me refiero aquí). Además la pobre está horrible. Digo, yo no soy Cindy Crawford, pero no chiflen, le hubieran ayudado tantito. A la pobre además se le mata el marido, ¡para eso me gustaba! Luego dicen que las mujeres somos el sexo débil... sí, ¿qué más?
Total, debo reconocer que lo único que me gustó fue la escena final, cuando se acaba el mundo. ¡Wow el planeta! BTW, por eso la película se llama “Melancolía” ­–por el planeta... ¿Quién lo habrá bautizado? Seguro alguien que estaba deprimido. Porque yo estoy de acuerdo con una frase que dice Dunst y es que “the earth is evil, we don’t have to grieve for it, nobody will miss it”.

Tierra entendida como nosotros, los humanos que la habitamos, no la pobre Madre Tierra en sí, ¿ella qué? Se que me oigo muy “new age”, pero puesto en otro sentido: ¿Dios qué? Somos los seres humanos los que hemos traído lo malo a nuestras vidas con nuestra sensualidad y soberbia, manifestadas en egoísmo, vanidad, cavilaciones, envidia, gula, pereza, etc. La Tierra es buena, nosotros somos los que estamos acabando con ella. Dios es bueno, somos nosotros los que lo rechazamos.

Nota: la actuación en esta película le valió a Kirsten el premio a Mejor Actriz del Festival de Cannes 2011. Pero la película en sí es un desastre, ¡insisto!  

miércoles, 25 de julio de 2012

Amor, dolor ¡y lo que traía puesto!

Soy de lo peor. Esta obra la vi hace casi tres semanas y apenas hoy me doy el tiempo para opinar… Anyways: más vale tarde que nunca J

Primero que nada, gracias a mi amiga Emma Toledo, coordinadora de moda de la obra, por haberme invitado al primer ensayo general de “Amor, dolor ¡y lo que traía puesto!”, que estoy segura tendrá muchísimo éxito.

BTW. Me dio mucha risa que las actrices llevaban y traían un atril para todos lados, entonces yo pensé que era porque (recordemos que era ensayo) todavía no se sabían sus textos, ¡¡y no!! Pfff, jejeje. Resulta que me enteré por el periódico que hay un tipo de teatro llamado “de atril”… Good to know.

EL único personaje fijo en la obra es el de Silvia Pinal, “La Güera”. Diana Bracho, Gabriela de la Garza, Susana Zavaleta y Mariana Treviño van cambiando de papel según la escena. Creo que interpretan a dos por cabeza. Historias muy interesantes y conmovedoras.

Me gustó mucho que la más aplaudida fue Silvia Pinal. ¡Uy! Nada más movía tantito el esqueleto y nos desbaratábamos en chiflidos, porras y aplausos. ¡Me encanta eso!: que en teoría somos súper discriminatorios, anti-viejitos, etc. Pero en mi experiencia, siempre que en un grupo hay un “adulto mayor”, es el favorito: el más cuidado, el más asediado, el más vigilado, el más consentido.

Así me pasó también cuando fui a Israel. Pepis, que era la más grande del grupo, era la consentida: todas estábamos al pendiente, tratábamos de que estuviera cómoda, tranquila. Yo me peleaba por empujar su silla de ruedas… hasta que casi nos accidentamos en una bajadita. Ahorita me río, pero en el momento fue muy angustiante. En fin. Da gusto ver que las viejitas siguen siendo unas reinas J

En cuanto a las historias de cada personaje, hubo dos que se me grabaron porque me impactaron, nada más que de diferente manera.

La primera la contó Mariana Treviño y es el testimonio de una chava que se hace un tatuaje o algo así por haber vencido al cáncer de mama que le habían detectado a los ¡24 años! No están ustedes para saberlo ni yo para contarlo, pero antier soñé que me diagnosticaban esa enfermedad. Claro que llevo dos días obsesionada, toque y toque, y según yo nada, pero me traumé. Creo que Alejandra de Cima y Bertha Aguilar han hecho una increíble labor concientizando a las mujeres.

La otra escena a la que me refiero es de una boda lésbica. Don’t get me wrong! Yo respeto y soy una fiel defensora de la frase de que en esta vida “cada quien sus cubas (y sus preferencias y sus partidos y sus equipos y sus dineros y sus issues y sus TODO), peeeeero la neta no me late. Yo creo que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, para todo lo demás deberíamos inventar otro nombre… ¡tan creativos que somos!

Finalmente, sólo quisiera hacer una mini reflexión sobre el título de la obra, que me encantó.

La ropa es súper importante. Cuántas veces no hemos dicho: “¡¡no tengo nada que ponerme!!”.  O por ejemplo, una vez leí que la gente de playa era más abierta (socialmente hablando) porque traía menos ropa que la gente de las grandes ciudades, donde usualmente hace más frío y entonces se usan más capas: el abrigo, la bufanda, el suéter, la blusa, etc. Qué interesante, ¿no?

Hay prendas que tienen historia: por cuando las usamos (ya sabrán mis nervios cuando tuve la entrevista con Eva Hugues, ex directora editorial ¡¡¡de Vogue!!!), quien nos la regaló (una vez un novio me regaló una falda “S”… how cute (idiot) was that?), cuanto nos costaron (esos caprichitos que sangran la tarjeta),  lo que nos costó conseguirla (tuve que recorrer cinco malls…), a quien se la vimos (Fey, Britney, Sarah Jessica Parker).

Yo he tenido mucha ropa llena de amor: La garbardina Guess increíble que me regaló mi papá (y que me robaron en la Anáhuac), el suéter más calientito de la historia (y que por eso casi no me pongo) que me dio mi hermano, los 7 primeros bikinis de mi vida que me compró mi papá, los cuales me hizo modelarle en la tienda; los vestidos varios que me hizo mi mamá (lástima que era una puberta insoportable, nunca los valoré), el vestido que usé en mis XV años (un rojo increíble), el vestido que me compró mi tía Norma para una gala en Los Angeles (el cual sigo usando, después de 12 años), el abrigo verde limón Soho con el que me detuvieron en el aeropuerto de San Francisco (dice mi papá que han de haber creído que era piruja, jajaja), en fin. ¡Mucha!

Me acuerdo, también, por ejemplo, lo que usé en los memorables XV años de una compañera de la prepa. Fueron inolvidables porque su papá corrió a la mitad de la fiesta (jajaja, a todos los “colados”, que eran lo más guapos) y porque no sé qué estaba pensando cuando decidí hacerme dos colitas (diferente altura, diferente dona), ponerme una blusita ombliguera metálica (de las que usaba Fey, hello!), una falda blanca que hacía juego con un saquito con botones de colores, unos zapatos como de plástico con tiras de más colores… Parecía arcoíris. Y de esas anécdotas tengo varias, pero para conservar mi buen nombre no revelaré ni una más, jejeje.

Pero también tengo ropa de dolor:  la que usé cuando corté con Daniel, la que me pongo cuando me enfermo, la que escojo cuando siento que todo me sale mal en la vida (entonces yo colaboro con el look también, por qué no). Tengo mala memoria, pero cuando la veo colgada del clóset claro que pienso: “eso traía cuando me caí”, “eso me puse cuando salí con ese gañán”, “eso usé cuando choqué”, jejeje.

Finalmente, les cuento que mi amiwi Emmi me regaló (bueno, hizo que me regalaran) unas tarjetas de colores de Inna Segal. Son parte del programa “Sanación Intuitiva Visionaria” (google please). No las he aplicado mucho, pero como funciona es que al despertar escoges una tarjeta al azar y ese día te pones algo de ese color, que te recuerde aquello que leíste en el librito que acompaña a las tarjetas.

Como les digo, a mí a duras penas me da tiempo de salir corriendo cara-lavada y pelo-mojado… y aún así se me hace tarde, ya sabrán si me pongo a meditar. Pero prometo algún día hacerme el tiempo. Porque Emmi, que sí se lo hace, ¡¡no saben cómo ha cambiado!! Cuando yo la conocí se vestía ÚNICAMENTE de negro, siempre, toda la vida no matter what. Y de repente la empecé a ver de naranja, de café, de lila, de verde, ¡¡wow!! Toda la diferencia. No saben lo bien que se ve, y según me dice, se siente.

lunes, 16 de julio de 2012

The amazing Spider-man (El sorprendente Hombre Araña)

¡Amé la movie! Me encantó ver a Andrew Garfield como Spider-man; también me rayó Emma Stone como Gwen Stacy, ¡¡y me parece fantástico que sean novios en la vida real!! How romantic is that?? Hacen una súper pareja, soy fan de ambos.

La trama me gustó. La escena cuando se muere el tío me hizo llorar. Qué triste que un ser tan querido muera asesinado casi frente a nosotros… ¡qué trauma! Y más sabiendo que lo pudimos haber evitado…

Claro que se entiende que Spider-man no ayuda al empleado de la tienda a perseguir al asaltante porque se había portado súper pesado, pero he ahí la verdad que encierra el dicho de “haz el bien sin mirar a quién” y de la importancia de no ser indiferentes a los problemas de los demás. Además, como dice otro dicho, “hoy por ti, mañana por mí”, lo cual también comprueba Spider-man en la escena de las grúas (la cual, por cierto, me conmovió mucho porque me pareció una excelente muestra de que todos en esta vida podemos ser héroes anónimos).

Otro detalle que me gustó mucho es la coherencia de los papás. El papá porque sabía que su proyecto, si manejado con poca ética, resultaba demasiado peligroso y decide sacrificar su vida antes que hacerle un mal a la humanidad; la mamá, al optar por estar junto a su esposo en lugar de su hijo. Sé que muchas mujeres hacen lo contrario y no juzgo, pero esa mentalidad gringa me encanta: primero la pareja, después los hijos. Al final del día, pienso que la primera nosotros l@ escogimos, mientras que los segundos nos “tocaron”.

En cuanto a los personajes, qué padre que Emma Stone, a pesar de ser muy bonita, no esté en el estereotipo de la niña bonita-pero-tonta, sino más bien guapa-e-inteligente. Por otro lado, me encantó que aunque el tío de Peter Parker admite no ser tan inteligente y geniecillo como su hermano, es una persona muy sabia en cuanto a experiencias de vida (¿qué tal que sabe cuando Peter se peleó… y no que se cayó, como él dijo?). No cabe duda que hay muchos tipos de inteligencia.

Esta película también me hizo pensar en la frase de que “la curiosidad mató al gato”, después de todo, es por esto que una araña pica a Peter Parker: porque él andaba de metiche en lugares que no le correspondían. Y de ahí se desencadena toda la diversión (con pros y contras) de ser un humano con superpoderes.

Un detalle más que llamó mi atención –siguiendo con la mentalidad gringa de que primero la pareja– es que a la única persona a la que Peter Parker le confiesa su “alter ego” es a Gwen. Para ser sinceros, eso es lo que extraño de tener novio: ¡¡no tengo a quien contarle mis más íntimos secretos!! L Por eso voy a retomar el hábito del Diario, así de perdis me desahogo…

Finalmente, no sé si a ustedes, pero a mí me cayó pésimo que la policía, en lugar de perseguir a los malos, se ensañaba con el buen Spider-man. ¡¡Ggrrr!! Esto lo atribuí al ego y a la poca humildad de reconocer que alguien más puede hacer el trabajo mejor que nosotros. También a la poca capacidad de trabajar en equipo y a la envidia que nos causa cuando nos damos cuenta que alguien más nuevo (sin experiencia o más joven) hace algo mejor que nosotros. Y en lugar de complementarnos y enriquecernos, empezamos con las malas vibras (to me , it sounds soooo familiar, especially in the work place).