domingo, 3 de agosto de 2014

¿Quién teme a Virginia Woolf?

Primero que nada, gracias a Guillermo Lezama y Adriana Llabrés por haberme invitado. Me encanta ir al teatro y lo disfruté mucho junto con el Gus.

La obra es oscura, macabra, psicótica. No sales de la sala con un ánimo alegre o de fiesta, sino todo lo contario. Al menos nosotros salimos pensando que, como raza, estamos bastante podriditos. Somos capaces de hacer mucho mal. Nuestra naturaleza en sí no es muy positiva que digamos. Sin conciencia, creo que los animales son más buenos que nosotros.  

El corito del título de la obra va con la tonadita de la canción de los Cochinitos “Who’s afraid of the big bad wolf, of the big bad wolf, of the big bad wolf”. Fue escrita por Edward Albee, el dramaturgo vivo más significativo de Estados Unidos. En 1963, esta obra fue elegida por el jurado para el Premio Pulitzer, pero el comité le negó la distinción por considerarla una obra obscena e indigna. Les digo que no soy la única que piensa que es muy oscura.

Actúan Blanca Guerra, Álvaro Guerrero, Sergio Bonilla (está i-dén-ti-co a su papá, qué bárbaro) y Adriana Llabrés. Interpretan respetivamente a los matrimonios conformados por Martha y Jorge, y Nicolás y Linda.

La parte oscura a la que me refiero es esta doble moral con la que a veces actuamos. Aparentamos cosas que no son, queremos que piensen de nosotros cosas que no somos. También refleja la violencia y el maltrato no sólo físico sino afectivo, psicológico, emocional. Cómo minimizamos y humillamos a las personas diciendo las palabras perfectas en el tono exacto en el que sabemos que va a lastimar, a herir, a afectar su autoestima. ¡Somos magos a la hora de aplastar a los demás para ensalzar nuestro ego!

Por otro lado, como bien dijo el Gus, la semilla de ambos matrimonios no era la mejor, pues no habían decidido unir sus vidas por amor, sino por meritita conveniencia. ¿Y cuánto tiempo te puede servir una persona? Claro está que más de 20 años, pero el daño es ridículo y la codependencia incuestionable. Yo no digo que aunque te cases por amor no tengas problemas, pero tan siquiera estará el respeto y la admiración de por medio. Al menos debería de, ¿no?

El alcohol es una cuestión presente a lo largo de toooda la obra. ¡No paran de tomar un solo segundo! Entonces se les afloja la lengua más de lo debido, porque si algo ofrece es desinhibición total, así que nos hace hacer las cosas sin conciencia. Y cuando no somos conscientes de nuestros actos, repito, podemos llegar a actuar peor que animales, porque toda esa inteligencia que tenemos la enfocamos hacia lo negativo y lo destructivo… tal cual es nuestra naturaleza (después de los tres años).

One Chance (Mi gran oportunidad)

Es la película de la vida de Paul Potts, el vendedor de celulares / cantante de ópera que ganó el concurso “Britain’s Got Talent” en 2007. Su primera audición cantando “Nessum Dorma” se hizo viral en internet. Si acaso no la vieron, den click aquí: https://www.youtube.com/watch?v=VnCX31HlFAE ¡¡Hasta se me enchina la piel!! Qué privilegio tener una voz así, y tener la oportunidad de educarla y compartirla con los demás.

Los actores son súper desconocidos, al menos para mí. Potts es interpretado por James Corden y su esposa Jules por la actriz Alexandra Roach. En mi opinión, al menos a él le hicieron un poco el favor (a ella no la he visto en persona), porque en la vida real estaba más gordito y chimuelo. Pero bueno, la magia de conocer a una persona es que cuando logras ver más allá de lo físico, el alma te conquista y seduce de una manera que dejas de ver que le sobran kilos y le faltan dientes.

Sobre esta película, quisiera compartir algunas reflexiones.

La primera es que no todo es lo que parece. Quizá cuando vimos a Potts por primera vez hace siete años pensamos que era un aficionado que cantaba ópera igual que yo canto las canciones de Britney Spears en la regadera. Pero no. Él desde chico sabía que le gustaba cantar, que amaba la ópera y que se quería dedicar a eso. Desgraciadamente en Venecia, cuando le toca cantar frente a Pavarotti, éste le dice que no está listo para dedicarse a la música… y que quizá nunca lo esté.  

Ahora, ¿por qué no debemos odiar a Pavarotti? Porque él sabe lo que exige una carrera en los escenarios, conoce de primera mano los sacrificios que conlleva, los retos que hay a diario, la competencia feroz, etc. Y nota a Paul tan inseguro y tan nervioso, que mejor le expresa su sincera opinión, quizá un tanto brusca e hiriente, pero era “su” verdad, y se vale. Lo malo es que Potts, en su inseguridad, lo escribe en piedra. ¡Y pum!, abandona su sueño.

Ahora, lo que yo pienso, viendo literalmente la película completa, es que no era su momento. Dios tenía otros planes para él, más grandes y brillantes, y yo creo que eso nos pasa a todos muchas veces. Nos clavamos en el rechazo, en el que las cosas no salieron como esperábamos, en que el universo no se alineó y perdemos la fe, la confianza y la certeza de que la vida es perfecta, y de que ¡de verdad! todo llega cuando tiene que llegar. En aquella ocasión, era mejor así. Y claro, qué amargura sentir el dolor y el sufrimiento que acompañan a la derrota, pero cuando se le presenta otra oportunidad, Potts la toma y la aprovecha al máximo. ¡Eso es lo maravilloso del asunto! Tenemos que mirar atrás sólo para recordar lo vivido y aprender de ello, no para traumarnos ni arrepentirnos, ni ir por la vida lamentándonos o victimizándonos; “que si él me dijo que no tenía talento”… ¡Excusas! Bien entonces la escena del papá, en el que lo enfrenta y le dice “deja de compadecerte de ti mismo y agarra al toro por los cuernos”.

También bien por la esposa (a quien conoce por internet) que siempre está a su lado, apoyándolo. Y esto me lleva a acordarme de los que dicen los kabbalistas en cuanto a que un hombre debe siempre tener una mujer a su lado para ayudarlo a crecer. La Kabbalah dice que las mujeres somos espiritualmente más elevadas que los hombres, por eso nuestro deseo de recibir para compartir con los demás es mucho más fuerte que nuestro deseo de recibir sólo para nosotras mismas. La maternidad es la mejor prueba de ello. La cuestión es que por eso los hombres nos necesitan (no es por el sexo, jeje). Por eso a veces encontramos mujeres solteras 100% realizadas y felices, porque no necesariamente tenemos que ayudar a crecer a nuestra pareja, sino a cualquier hombre: papá, hermano, hijo, sobrino, nieto. La misión se cumple igual. Quizá de ahí también la frase que dice que “detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer”. Y no se refiere al “detrás” desde una postura de sumisión, sino una de empoderamiento, de motivación, de empuje. Por eso, felicidades también a la mamá de Potts, que sabe mantener un matrimonio aunque a veces resulte difícil. Ella logra sacar lo mejor de ambos, tanto de su esposo como de su hijo… ¡Así de fuerte es nuestra luz, chicas!

Finalmente, lo más padre es que la historia no es ficticia, sino 100% real (seguramente con los ajustes necesarios para llevarla a la pantalla grande, pero en esencia real). Lo triste del asunto es que detrás de este éxito hay más que bullying, rechazo, inseguridad y temor, hay también una experiencia de abuso sexual a los 15 años que Potts decidió no compartir con los realizadores del filme por temor a opacar las demás vivencias. Muy respetable, pero he ahí: la vida en sí misma tiene más drama, comedia, terror y romance que las historias que podemos crear en la imaginación. Por eso mejor vivirla al 100% y no andarnos con mecanismos de defensa para evitarla, como son todos los vicios.

Por cierto, ¡amé al jefe de Potts de Carphone Warehouse!, jajajaja, es lo mejor. Lo ascienden sin hacer nada, la pasa bomba siendo un desastre. Mi teoría es que fluía tan bien con la vida –sin preocupaciones, agobios o pretensiones–  que le llegaba lo mejor sin esperarlo. No digo que sea bueno alcoholizarse a las 10 de la mañana, pero me gusta su sencillez y capacidad de goce. ¡Como la de un niño!