No sé si vivo en otro mundo o qué, pero jamás había escuchado la historia de los sobrevivientes de los Andes, que aparentemente es MUY conocida, pues se han hecho películas, documentales y han corrido ríos de tinta narrando lo que pasó.
Ayer fui a la conferencia de Carlitos Páez, una de los 16 personas que logró vivir después de estar 72 días en la heladísima Cordillera de los Andes. Me gustó mucho su actitud: muy sencilla y down-to-earth. De hecho dijo que daba las conferencias sentado porque no se creía quién para estar parado, ya que para él era signo de superiodidad y que ahí todos éramos iguales.
Después dijo que quería aclarar que él no traía un "mensaje" y que no era motivador, que no iba a estar yendo y viniendo en el escenario gritando: “tú puedes”, “eres lo máximo”, “piensa positivo”, sino que él simplemente contaría su historia, lo que le tocó vivir hace 38 años.
Para los que no estábamos familiarizados con la historia (que él asume que todos los mexicanos lo estamos, y cuando tuvo el detalle de preguntar, la mitad del auditorio levantó la mano) empieza la plática con un video de lo que pasó. Son extractos de documentales y películas que reflejan, en un mínimo porcentaje según dijo, lo que vivieron aquellos jóvenes uruguayos en octubre de 1972.
Acto seguido, platica que era jugador de rugby, que tenían un partido en Santiago de Chile, que al ser un viaje de dos días en autobús, deciden mejor volar en avión y que cómo para que les alcanzara (el avión era rentado) necesitaban 45 pasajeros. He ahí por lo que, además de los 15 que integraban el equipo, iban amigos, novias, mamás, etc.
Cuenta que pernoctan en Mendoza por el mal tiempo y que al día siguiente reanudan el viaje. Dice que, por caprichos del destino, segundos antes del accidente le cede a un amigo su asiento junto a la ventana para que éste tomara fotos de la Cordillera. El compañero muere y él no.
La historia la cuenta con bastante detalle, sobre todo al principio. Después se va más rápido y realmente nunca ahonda en el tema del “canibalismo”: que después de 10 días, al enterarse que no los buscaban más (a través de una mini radio), deciden comerse a sus compañeros de vuelo.
Más bien, de hecho, dijo que cuando salió se dio cuenta que el canibalismo estaba entre nosotros: nos comemos a la gente para sobresalir, triunfar, tener un mejor puesto... puras vanalidades. Y dice que el Papa Paulo VI (ante el mito de la excomunión) les mandó una carta, de puño y letra, felicitándolos por su decisión, pues habían actuado como verdaderos cristianos, ya que venimos a vivir y no a morir.
Pasa dos videos más, sobre la lista de sobrevivientes y las personas a las que les dedica la conferencia, y termina diciendo que la suya es una historia de HUMILDAD. Es en lo que más hace hincapié. Aunque también dice que durante esos 72 días tuvo una relación con Dios que jamás ha repetido, y que las situaciones límite son las que te llevan a valorar lo más importante que hay en la vida: la familia.
En la sesión de preguntas y respuestas, me asombró cuando dijo que le tomó 30 años superar “del todo” el accidente, pues fue hasta el 2002 cuando empezó a dar conferencias. También presentó su libro y los símbolos: lo del día 10 y la cruz, que todo el mundo piensa como algo que debes tachar, evitar, eliminar, y él la ve como las alas del helicóptero que los rescató. Me gustó que terminó diciendo que sus dos hijos y cuatro nietos son el reflejo de que haber vivido esa tragedia, y haberla superado como lo hicieron, había valido la pena.
Finalmente, dijo que año con año, el 22 de diciembre, se juntan los sobrevivientes a platicar –otra vez– de los recuerdos de la Cordillera (“Es una reunión de terapia anual”). Se despidió no sin antes mencionar, nuevamente, que los hombres humildes dan resultados soberbios, mientras que los hombres soberbios dan resultados humildes.
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