martes, 22 de noviembre de 2011

In Time (El Precio del Mañana)

Bien acertada la traducción como siempre, jaja. 
Esta película la vi hace 15 días, osea que ya no tengo las ideas taaaan frescas, pero bueno, sí tengo algunas reflexiones que compartir: 
La primera es que Dios es TAN, pero TAAAAAN sabio que no nos permite saber la hora exacta de nuestra muerte. Recuerdo la película “The Bucket List”, en la que Morgan Freeman decía que saber la fecha exacta de su muerte sería buenísimo, pero cuando lo declaran paciente terminal y le dan “x” tiempo de vida, dice: “turns out it doesn’t help”. 
¡¡Siento que a mí me daría mucha angustia!! Más porque tipo –en la película– traen como una especie de reloj, entonces saben con horas, minutos y segundos lo que les queda de vida, ¡¡¡qué terror!!! Una cosa es saber que nos vamos a morir, tener conciencia al respecto, pero otra muy distinta es saber hasta la hora, eso no está padre :( 
Claro que tiene su lado positivo: nos haríamos tiempo para las cosas importantes, no sólo las urgentes; la pensaríamos dos veces antes de prolongar ese beso, ese abrazo, esa disculpa, esa comida, ese viaje, ese reencuentro, esa reunión... porque qué tal que se nos acaba el tiempo. 
Me imagino que las discusiones durarían menos, pero también creo que dormiríamos poco, comeríamos (aún más) aprisa, no sé, no me late la idea, prefiero disfrutar mi día a día. Y creo que ese es el reto: vivirlo como si fuera el último sin tener la psicosis de que neta ¡¡me quedan tres horas!! Chance y de hecho me quedan tres, pero bendita ignorancia. Prefiero gozarlas y aprovecharlas que sentir que quiero hacer mil cosas y no me va a dar tiempo para todo. 
La escena más triste, de hecho, es cuando se muere la mamá de Justin Timbelake (no recuerdo el nombre de su personaje). Me hizo llorar. Buuhhh!!! Y la gente no le dona ni un segundo porque, claro, valoran su vida al máximo, y entonces cada quien ve únicamente por sí mismo. No hay espacio para la caridad ni la generosidad. ¡¡Primero tengo que estar bien yo!! Esa es un poco la regla en la jungla en la que viven, que cambia mucho de zona a zona. 
Me gustó mucha la escena cuando Justin le dona a una niña 5 minutos de su tiempo. Siento que es muy literal de cuando, por ejemplo, alguien nos aborda en el camino para pedirnos alguna opinión o platicarnos algo. ¿Se los donamos con alegría o con cara de “apúrale que mi tiempo es valiosísimo”? Y obvio sí lo es, pero hay que ser generoso. 
Para mí esta movie es la versión ciencia ficción del dicho “time is money”. Como que el creador se lo tomó muy a pecho y bueno, le quedó padre. Creo que tiene lecciones valiosas. 
Otro detalle que me llamó la atención –y que al principio no capté– es que la gente para de envejecer a los 25 años. Me parece un poco joven, yo hubiera preferido 35, jejeje. Pero bueno, eso está como de la patada –y no: sí porque qué terror verte igual por los siglos de los siglos y además “empatar” en look/apariencia con tu mamá, tu hermana, tu suegra, tu amiga... qué rareza. Y un súper plus pues es que el bótox, los liftings y las operaciones de ese tipo no existirían porque ¡¡nadie envejece!!
En cuanto a “los ricos”, pues se ve que la pasan muy bien porque, justamente, no tienen esa psicosis: comen lento, caminan tranquilos, duermen mucho. Entonces cuando Justin “se cuela” a su mundo, lo notan de inmediato porque todo lo hace rápido... Bueno, no todo, jaja. Eso dice él. 
Lo chistoso es que los millonarios traen guaruras y guantes. Me dio mucha risa porque se asemeja mucho a la realidad. Nada más que en la peli la riqueza no es el carro, la casa o el reloj, es el tiempo, ¡¡que también les pueden robar!! 
Muy buena película. Aplausos para Justin, que ha resultado ser un magnífico actor :) 

lunes, 21 de noviembre de 2011

Rojo

Qué bueno que Carlos me invitó porque de otra forma nunca hubiera ido a ver esta obra. Está buena, sí, pero no es mi estilo. Me pareció medio heavy…
Actúan Víctor Trujillo (Brozo) y Alfonso Dosal (muuuy guapo) y el guión es de John Logan. La obra fue ganadora del premio Tony en 2010 y se basa en la vida del pintor Mark Rothko y su asistente Ken.
La trama tiene lugar en 1958, cuando al pintor expresionista (primero se llamó Marcus Rothkowitz, pero se lo cambió por considerarlo demasiado judío) le pidieron una serie de murales para el restaurante Four Seasons de Nueva York, lo cual parecía como el contrato más atractivo de la historia del arte moderno.
Durante dos años dedicó cuerpo y alma a pintar estos murales en su estudio (que en otro tiempo fue un gimnasio) con la ayuda de Ken, quien también quería ser pintor.
Como dice en el programa: “Cuando Ken gana la confianza suficiente para cuestionarlo, Rothko comienza a agonizar, pensando en que el gran logro de su carrera podría representar paradójicamente su muerte como artista”.
El meollo del asunto, y en lo que se basa toda la mi reflexión, es que esa precisa “muerte” de Rothko no es más que un ego súpermegahiper inflamado, el cual lo lleva a considerar a los “ricos” como indignos de sus obras.
En el programa dice: “Rojo retrata la ambición y la vulnerabilidad del artista al momento de crear el trabajo más trascendente de su vida”. Yo más diría que más que ambición es un serio complejo de “genio”, el cual, obviamente, al ser cuestionado, lo hace MUY vulnerable, a grado tal que se suicida (a los 66 años).
Durante las dos horas que dura la obra, uno observa que la actitud del artista es bastante pedante. Lo curioso es que la mayoría estaremos de acuerdo en que los artistas, entiéndanse actores, bailarines, poetas, escritores, músicos, tienen una sensibilidad más “a flor de piel” que el resto de los mortales.
Pero creo que esa sensibilidad mal manejada (como en este caso) puede causar muchos estragos en la propia vida, además de dañar a quienes rodean al artista en cuestión, ya sea por la excesiva –y constante– explosión de emociones o por diferentes tipos de “obsesiones”.
Lo que quiero decir es que en estas carreras se da mucho el ego inflamado. ¡Vamos! La mayoría cree que es la/el número 1, la/el más guap@, la/el mejor. No quiero generalizar, pero de verdad que tengo casos cercanos (tanto a nivel personal como profesional) en el que los artistas no dejan de asombrarme con sus peticiones/obsesiones/requerimientos. Caen en lo ridículo, en lo absurdo, en lo absolutamente banal y superficial.
Esta obra eso refleja: Rothko, ok, es bueno en lo que hace, ¿pero como por qué ha de considerar a los comensales del Four Seasons como tarados indignos de apreciar su arte? ¿En qué momento el se hizo superior al resto? ¿Qué lo hizo pensar que era taaaaaaan especial?
Yo creo que lo más padre de alguien, de hecho la virtud que yo más admiro en alguien, es la humildad. Me fascina cuando conozco a gente que digo ¡¡wow!!, pero que reconocen que son igual al otro sólo que con más oportunidades, cuando se saben igual que el vecino nada más que con más talentos, cuando se identifican con el resto del mundo con la conciencia de saberse más responsables porque tienen mayor influencia. Pero ¡qué padre que la persona se mantenga auténtica, leal, original, humilde!, sin poses ni actitudes falsas y ridículas que sólo disfrazan su vulnerabilidad.
Claro que este pintor se las daba de “muy acá” (no encuentro la palabra ideal para describirlo, creo que sería como “clasista” pero en sentido cultural), entonces cuando Ken le cuestiona su coherencia, pues lo desarma: “¿No que los “ricos” son unos tarados? Pues entonces no acepte su dinero, sino cállese… porque si juega su juego quiere decir que es igual a ellos: vende su arte al mejor postor sin importarle más”. Obviamente no lo dice con estas palabras, pero es lo que yo capté (ja!).
Si de por sí la humildad es una virtud muy poco vista hoy en día, en el medio artístico (en general, no sólo en la tele o el cine) creo que lleva algunos siglos extraviada al 100%. No quiero decir que TODOS son iguales, estoy segura que por ahí habrá alguna actriz, algún pintor, algún músico, alguna cantante, algún escritor, alguna escultora, algún bailarín, que sepa lo que vale (tanto personal como profesionalmente hablando) sin caer en la ridiculez, pero ¡hijoles!, neta creo que son los menos. Y por lo mismo creo que a veces sufren demasiado. Porque nadie les va a decir todo el tiempo lo maravillosos que son, lo bien que se ven…
Creo que todos tenemos la capacidad de dar y hacer arte, ¡hay infinidad de formas! Pero hay que darlo por amor, con amor, para amar. Si somos buenos para algo, no hay que creer que eso nos hace mejores o superiores al resto de la gente; es más padre identificar nuestros talentos y luego encontrar la forma de compartir ese don que Dios nos dio con los demás. Después de todo se nos dio gratis, afortunadamente lo descubrimos, ahora compartámoslo con amor. Claro que si es tu carrera, cobra, nadie dice que no ("el amor no paga la renta"). Pero que la actitud en la vida sea humilde; los frutos son mayores y hay más felicidad (o por lo menos menos sufrimiento) en el camino.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Ghostgirl Lovesick

Tonya Hurley did it again!!! Me conmovió cañón la última parte de su trilogía de “Ghostgirl” :) Qué padre escribe esta mujer, amo su estilo y su mensaje. Obviamente yo cero su target, dejé de serlo hace como 15 años, pero como uno de mis sueños es escribir un libro para niñas adolescentes, pues por eso tengo que ver how is done by the best. 
Sobre este libro, hay dos puntos sobre los que quisiera enfocar mi reflexión: los muertos y la adolescencia. 
“Lovesick” me hizo pensar –por primera vez– en que los muertos también tienen una vida después de esta. Claro que desde chiquita he rezado el Credo, pero nunca me había imaginado que una persona fallecida también tiene “asuntos que atender”. Me acuerdo mucho de una canción de Lucía Méndez (ja!) que decía: “es un alma en pena que va arrastrando cadenas...” 
En este caso, yo creo que Charlotte sería una pequeña alma en pena que arrastra cadenas por 1) haber muerto muy joven, 2) siendo invisible para la mayoría, 3) sin oportunidad para lograr sus sueños. ¿Así o peor su caso?
La cosa es que leyendo esto me imaginé a tres personas: una tía cuyo hijo fue bastante “malo”, entonces cuando (a ella) le dio un derrame cerebral, ¡él se quedó con una culpa del tamaño del mundo! De ahí para acá ha hecho mil cosas –yo pienso que para agradarla a ella, pero más para redimirse a él... o quizá 50-50. A mí la verdad muchos de sus gestos me dan ternura, pero por primera vez pensé en cómo se debe sentir María Teresa al verlo. 
La segunda persona es el papá de una muy querida amiga mía. Claro que tuvo una vida muy padre, ¡pero nunca es suficiente! Por un lado podemos pensar: “bueno, casó a tres hijos y conoció a sus nietos”. Sí, pero ¡le faltó conocer a los hijos de mi amiwi! Sin embargo, ahora siento, más que nunca, que claro que sigue y seguirá con ella siempre, intercediendo, ayudándole en lo que pueda, comunicándose a través de otros medios... como para dejarle saber de vez en cuando que el amor es lo único que permanece. La tercera persona es mi tío Quiqui, de quien he hablado en posts anteriores... 
El punto es que este libro ofrece esa visión: la de la vida de las personas que “se nos adelantaron”, como comúnmente decimos. Me imagino a los personajes del libro (Charlotte, Prue, Pam, Virginia, Eric) como almas en el purgatorio, pero sin “la purgación” de por medio (me suena a castigo o algo así), sino como una oportunidad para terminar los pendientes que no tuvieron chance de hacer en vida y/o aprender las lecciones que se quedaron en el aire. Y entonces sí poder descansar en paz. 
El otro punto es la adolescencia. ¡¡¡Bendita etapa maligna!!! Yo no tengo taaaan buena memoria a largo plazo, pero sí me acuerdo que me aventé unas puntadas del alto terror, sobre todo con mi mamá. Bueno, no, con todos, hasta eso agarré bastante parejo. 
Hubo en especial un capítulo que me hizo llorar: cuando Scarlet le deja una carta a Charlotte en su tumba que sólo decía “Who am I?”. ¿Y es que a poco no nos sentimos así a esa edad? Perdidos, desorientados. Yo me acuerdo que no sabía ni qué quería (en NINGÚN sentido) y mucho menos sabía quién era (si de por sí, a los 30). Literal era bipolar: un minutos estaba feliz y al otro hacía un drama por cualquier cosa. 
En el libro, Tonya habla mucho sobre la crisis existencial, característica de esa edad: “quiero cambiar, pero no”, “si cambio ya no seré yo”, “quiero ser como siempre he sido, pero ya no me late”, “me gustaría que me gustara lo mismo que antes, pero la neta ya ni al caso”. Y ooobviamente el tema de la popularidad (o el famoso y temido “qué dirán”) y desamor, que a esa edad está al 2x1. Bueno, a todas las edades, pero entre los 13 y los 18 se polariza/magnifica el sentimiento. 
Por otro lado, leyendo este libro, escribía en mi wall de FB frases que me llamaban la atención (usualmente las sacaba de las intros de cada capítulo). Me gustaron porque eran bastante directas, medio rudas y por lo general, impregnadas de desánimo. Incluso una amiga me preguntó por qué estaba poniendo tantas cosas tristes. La realidad es que eran tristísimas, crudas, pero muy reales. 
Termino compartiéndoles algunas: 
* love is a grave mental disease - Plato 
* absence makes the heart grows fungus.
* if two past lovers remain friends, they are either still in love or never were.
* gravity cannot be held responsible for people falling in love - Einstein
* out of sight, out of mind (sobre las relaciones de larga distancia). 
* it's easy to draw a line in the sand, but sometimes it's hard to find that line when the wind begins to blow.
* we have the whole concept of popularity backward. The key to ultimate popularity is not 2 be loved or envied by as many people as possible but 2 be loved or envied by the right people.
* the great thing about having an enemy is that u know exactly where that person stands. If u want sympathy, look 4 a friend, but if u want honesty, an enemy might be the best friend u ever had.
* when someone wants 2 go on a "break" from a relationship, but they assure u that u're the one 4 'em, they're lying. They're pretty much saying: I don't want u around right now because I'm afraid someone better might come along and I'll miss that person because I'll b with u. The bottom line is, when u truly love someone, a "break" would only break your heart.
* Bad news is good news. Few things satisfy us as fully as the comedown of someone we dislike or someone we do like or even someone we don't even know ... Nothing sells like failure (sobre la envidia y el morbo).  
* popularity is a temporary condition - a virus that bounces like the flu bug, predominantly to those made susceptible by their winning gene pools.
* we tend 2 measure lives n' love the same way: by how long they last. For most of us, the longer the better. But in the end, it's not the time we spend but how we spend the time that truly tells our story.
* when u enter in a relationship, u want 2 know that person, every single detail, and u want 'em to know about u. U r an open book. But if things don't work out, u better be prepared to duck when that same book is thrown back @ u.
* if u think u know what's going on inside someone else's head, think again. We imagine that love gives us the power to read one another's mind, when all we are really doing is reading our own. The best way to know what's really on someone's mind is also the riskiest: you have to ask them.
* it was a holding cell for stuff with just enough sentimentality to keep, but not meaningful  enough to display (sobre los cuartos de tiliches). 
* I’d rather just vomit than be nauseated all day. 
* he’s a guy, Charlotte, he’s probably not thinking anything (sobre suponer y pensar por los demás, especialmente los hombres). 
* –Mom? –Yes, sweetie? –There’s this guy...” (aaaaahhhhh, THE talk). 
* there’s a difference between having a sense of fashion and a sense of style. one comes from magazines, from what you’re told; the other, from your own imagination, what you feel. 

domingo, 13 de noviembre de 2011

Jack & Jill

Siento que hay una tendencia en Hollywood a hacer dramas disfrazados de comedias: es la tercera vez en este año… y como en las ocasiones anteriores, con “Jack & Jill” lloré y lloré y lloré y lloré. Ya hasta me da pena decirlo, pero no puedo evitar salir con ojos de sapo.
Yo creo que la razón fue que me identifiqué demasiado con Jill. No tengo 40 y tantos años, y definitivamente no peso 90 kilos (¡me muero!), pero encontré muchas similitudes; también vi actitudes que me dieron mucha ternura, como la escena en la que pide dos pasteles (en la fiesta sorpresa) porque así lo hacía su mamá.  
Antes de entrar a profundidad en el tema, me gustaría resaltar el papel de Eugenio Derbez: interpreta (muy a mi pesar) al mexicano- inmigrante-mojado-sin-futuro-promisorio, pero refleja dos cosas buenas: la importancia que le damos a la unión familiar (onda tooooda su familia “se cruzó” al otro lado) y el sentido del humor que nos caracteriza.  
Platicando de Jill, me encanta que su personaje, a pesar de tener 42-43 años y varios descalabros sentimentales, sigue siendo súper auténtica, inocente, entregada y apasionada. Me encanta que dice lo que piensa; como que la diplomacia no es su fuerte, pero es tan noble que no lastima. Tiene un sentido del humor increíble, se ríe de ella misma y se la pasa bomba en cualquier lugar, es muy adaptable. Es súper segura; jamás en la película habla sobre su gordura o su estatura o su exceso de bello, ¡nada! Lo único que dice es que a ella le gustaban los chicos pero a ellos no les gustaba de regreso, pero nunca se ataca. Y en Año Nuevo le vale y se va con el cuadro de su mamá a festejar (cuando bien se pudo haber quedado en su casa a llorar sus penas).
Me gusta que es muy leal con los demás, pero sobre todo con ella misma. Es muy optimista, y aunque a veces se pone triste, siempre se levanta y se anima ante el menor pretexto, tiene muy buena actitud ante la vida, es aventurera. Lo mejor –que en parte es lo chistoso– es que se da su lugar cañón: nada de agarrarle las bubis o maltratarla, se da a respetar con todos en cualquier lugar.
Ahora, no es que yo tenga todas estas cualidades… ¡ojalá! En la parte que me identifico es en la necesidad de amar que tiene y en que no encuentra a quién darle todo ese amor, esa atención, esos detalles, ese cariño.
Yo me acuerdo que cuando tenía como 12 años tocaba el piano y la maestra me ponía la canción que yo le pedía (porque decía que así era más fácil que me la aprendiera de memoria). A la fecha hay dos que puedo tocar: “Yo no nací para amar” y “Si la invitara esta noche”. Son canciones que traigo en mi iPod, de hecho. Osea neta sí me gustaban, qué raro, ¿no? A los 12 y como que ya presentía que le iba a sufrir…
A lo que voy es que, por ejemplo, la escena en la que casi se acaba una caja de kleenex porque ningún güey la peló en internet, me partió el corazón. Yo nunca he hecho eso (I’m not there yet!), pero claro que he llorado porque alguien que me gustaba no volvió a llamar. O cuando tiene su date y el hombrecito sale corriendo, pues claro que también me ha pasado. Igual y no han salido literal huyendo, pero sí no me han vuelto a buscar, y ni modo. Duele, pero el mundo no se acaba, y como dice el dicho: “lo que no te mata, te fortalece”. Lo importante es no darse por vencid@ y no creer que el amor nunca llegará. Porque tiene que llegar, ¿cierto?
Por otro lado, como bien decía Sor Juana, tenía que haber un triángulo y ese toque me encantó. Nada de que porque es Al Pacino cae rendida a sus pies. ¡De hecho no le gusta nada! ¿Por qué pasará así? Al(a) que le gustamos, no nos late y morimos por el/la que no nos pela… ¡Pareciera que nos gusta la mala vida caray!
Obviamente la película tenía que tener la clásica escena asquerosa. Parece que los gringos no son felices si no la incluyen, es parte de la fórmula… pero he visto peores, hasta eso. En cuanto a Poopsie (el pájaro o loro), creo que hay una tendencia a tener mascotas que hagan las veces de amigos/psicólogos/compañía. Creo que a pesar de tener más herramientas “sociales” que nunca (teléfono, celular, mail, chat, facebook), la soledad sigue ahí, al acecho. Porque claro, también estamos –disque– más ocupados, no tenemos tiempo para nadie, así que un animalito fiel viene muy bien.
Lo interesante es que, según Isabel Salama (google her plis), las mascotitas que son adquiridas para este fin (sacar de la depresión a alguien o cosas por el estilo) se terminan suicidando. Son los perros que se avientan de la azotea, los pericos que se empachan, etc. La teoría es que, en el fondo, saben que se espera demasiado de ellos y no pueden con la presión. No es el caso en esta movie, pero me pareció muy interesante este punto porque de verdad sí creo que de repente hoy en día algunas personas creen que los perros o gatos o lo que sea son personas, y les hacen más caso que los seres humanos que los rodean… y pues no, por ahí no va la cosa. La realidad es que muy seguido necesitamos, por lo menos, de la oreja de los demás (aunque a veces no nos guste).
El personaje de Al Pacino me fascinó, me imagino que se divirtió muchísimo filmando esta película. El baile del final está lo máximo J Pero las dos cualidades que más me gustaron es que como que por ser artista está un poco loco, pero es muy sabio, entonces es el único –además de Derbez– que enloquece por Jill porque ve más allá de lo físico. La escena en la que le dice que la ve como un ángel con un ala rota me mató, fue con la que más lloré.  
Finalmente, el toque de drama creo que cae sobre el personaje de Jack. Tengo una amiga cuya frase favorita es “la confianza apesta”. Y desgraciadamente a nuestra familia le tenemos toda la confianza del mundo, así que somos no sólo honestos sino groseros, no sólo descuidados sino profundamente egoístas, no sólo “personas ocupadas” sino desconsideradas.
A este cuate le importaba más su trabajo que su hermana, así que el fin justifica los medios y si la tiene que “prostituir”, pues ni modo. En el fondo creo que no valora tener alguien que se preocupa por él, que se alegra con sus éxitos, que se entristece con sus fracasos, que se preocupa por sus cosas.
Le da la peor flojera pasar tiempo con ella, cuando la demás gente se la pasa bomba. Le da pena admitir que de chicos tenían un lenguaje secreto o divertirse con el hecho de que eran “wombmates”, cuando para ella era lo mejor que le podía pasar y buscaba sin cesar pasar “some twintime” con su hermano.
Por tanto anuncio de gemelo que sale al principio y al final, me quedo con el mensaje de que sería increíble aprender a valorar a nuestra familia, especialmente a nuestros hermanos. Yo, gracias a Dios, tengo un hermano al que adoro porque es de las personas más nobles que conozco. Claro que tiene su carácter, pero desde chiquitos me cuidaba, me apoyaba, me decía “vaquita” y trataba de que siempre estuviera bien. Hasta la fecha, cuando me va bien, al único que pienso en llamar –a veces incluso antes que a mi papá– es a Mario, porque noto que mis logros le dan igual o más gusto que a mí. Eso es algo que trato de imitarle, pero todavía no lo logro…
La cereza del pastel es el papel de Katie Holmes: la esposa cool, guapísima, buena cuñada-madre-esposa… Muy equilibrada  J.
Excelente película. ¡Bien por Adam Sandler!

martes, 8 de noviembre de 2011

Contagion (Contagio)

Inevitable no relacionar esta película a la crisis que vivimos en México hace no mucho con la famosa influenza H1N1. 
En ese entonces trabajaba en el Reforma, y me acuerdo que no nos dieron ni un solo día (yo que ya me hacía en Mazatlán caray), solamente nos pedían llevar tapabocas... Mi mamá me compró unos muy glamorosos, pero la realidad es que nunca los usé. 
La verdad es que yo viví esta situación desde otra perspectiva. Como los eventos sociales se cancelaron (la mayoría, no así la boda de la Carola y el Rodrigo, jejeje), teníamos que conseguir coberturas en casas, algo que me encantó porque onda se reunían todos (abuelos, hijos, nietos) en su depa de Acapulco o algo así a jugar memoria, cartas, lotería o lo que fuera (videojuegos y jueguitos en el iPad también), pero el ambiente era bastante familiar. Otro gallo les cantaba a los negocios... Por eso siempre digo que en Club –y ahora en Caras– cubrimos el “lado B” de la vida :) 
Honestamente sí fue bastante impactante ver las calles desiertas (no al 100%, pero sí se notaba la diferencia), las escuelas cerradas, los restaurantes y el gym solos (o cerrados), pero lo chistoso vino después. Me acuerdo que, poquito tiempo después del clímax de la crisis, fui con Daniel a Culiacán y estornudé tantito antes de despegar, ¡¡y el vecino de enfrente pidió que lo cambiaran de lugar!!, jejeje. Se me hizo una exageración. Pero justo de eso se trata esta película: la psicosis que provoca el saber que nos podemos enfermar (¡y morir!) “por culpa” de alguien más. 
Me gustó mucho la actuación de Matt Damon; le quedó muy bien el papel de papá protector, se proyectó perfecto (tiene tres hijas en la vida real). También Kate Winslet, Marion Cotillard y Gwyneth Paltrow están muy bien en sus respectivos roles. Mención aparte merece Jude Law, más que por su actuación, por su personaje. 
Con lo que me quedo de esta película, además de –como dije– la paranoia de saber que otro me puede contagiar una enfermedad que me cause la muerte, es la impresionante influencia de las redes sociales en nuestra vida hoy en día. 
Me impactó que un blogger (“periodista independiente”) tiene el poder de mandar a juicio a un alto funcionario porque le comprueba –gracias a Facebook– que privilegió a sus amigos con información que no le había sido dada a la ciudadanía en general. Me sorprendió que cuando lo mandan a la cárcel, sus 12 millones de lectores se unen para pagarle la fianza (y sale libre). Me asombró que se filma recomendando unos “chochos” para la enfermedad, y siguiente escena la gente se pelea por conseguirlos en la farmacia del súper. 
Creo que tanto Twitter como Facebook, al igual otras redes sociales, han cambiado la forma de en la que nos relacionamos, no sólo en el ámbito social, sino también política, religiosa y culturalmente hablando. Hoy no es raro conocer gente que se conoció (y enamoró) gracias a FB, pero tampoco lo es que los políticos anden como loquitos buscando votos publicando su vida íntima en la red. 
Justamente acabo de leer un artículo (Día Siete, “De pesca en las redes”, por Alberto Ortega Gurza) que habla sobre el buen uso que le dio Obama al FB, gracias al cual logró –literalmente– conectarse con los jóvenes y ganar las elecciones. O qué tal el ejemplo de los que se pusieron de acuerdo –por Twitter– para derribar a Gadafi. O la pobre de Ninel Conde, que bendito sea Dios tiene sentido del humor para aguantar el “bullying” del que es víctima a nivel nacional. Por algo en China están haciendo hasta lo imposible para controlar y evitar que la población no tenga acceso libre al internet... 
Me gustó mucho también la escena en donde la hija de Matt Damon se comunica con el novio por iPhone. Otra prueba más de cómo ha cambiado nuestra forma de relacionarnos con el prójimo... para bien y para mal. Está padre siempre estar disponible, pero creo que a veces (casi siempre) es mejor oír la voz de la otra persona. De perdis te das cuenta (más fácil al menos) de su estado de ánimo... 
En síntesis, y en mi humilde opinión, creo que es una película que refleja muy bien el miedo que nos da enfermarnos (ahí es cuando nos damos cuenta que la salud SÍ es lo más importante, aunque suene a cliché); que hoy vivimos en un mundo globilizado al 100% (estamos todos interconectados, podemos saber lo que pasa del otro lado del mundo en cuestión de segundos); y que lo de hoy son las redes sociales. Hay que adaptarnos, aprender a usarlas, y aceptar que el que no sabe de esto es considerado analfabeta digital. Which is not cool :)