Primero que nada, muchas gracias a la autora del libro, Yulene
Galera, por regalármelo. Lo disfruté mucho y me sirvió bastante. Siempre es
bueno regresar a lo básico. A veces uno cree que ya domina el tema de la moda, pero
luego “lo obvio se obvia”, así que me resultó conveniente leerlo.
Lo súper recomiendo para chavitas entre 13 y 18 años, que
apenas están descubriendo su estilo y cómo expresar su personalidad a través de
la ropa. Yo en este sentido era muy aventurada; gracias a Dios todavía no
existían las redes sociales porque sí creo que me hubieran agarrado de bajada
varias veces (jaja, me río de acordarme de un par de outfits muy… originales).
Pero bueno, me divertía mucho y yo creo que al final ese el chiste.
La primera parte del libro me encantó. Las ilustraciones son
excelentes: sencillas, precisas, ejemplifican muy bien las recomendaciones de la
autora. La segunda parte, que habla de mitos y realidades también me gustó
mucho, pero la tercera parte no me fascinó porque, si bien Yulene dice que en
la moda “no hay una verdad absoluta”, escribe en un tono de mucho juicio contra
las personas que cometen “pecados”, como usar crocs, tener blusas de Hello
Kitty, ir al antro con flats... no sé. En algunos puntos estoy total o
parcialmente de acuerdo con ella (en otros no, sobre todo porque las tendencias
cambian cada seis meses), pero el tono en el que escribe y se expresa al respecto
es poco amigable. Pareciera que le enoja que alguien se deje la pashmina
toda la boda o que use pantalones blancos. OK, quizá sean un don’t, pero la
manera de decirlo es más en tono de ira que de consejo, dado que usa
frases como “hazte un favor y quémala”, “no les robes las camisetas a tus
hijas”, “jamás y lee bien jamás…”, “¿no tienen espejos en su casa?, “¡qué
oso!”, “evita enfermarte a lo tonto”, “para preservar la salud mental de las mujeres a tu
alrededor”, “creo, o más bien espero, que no necesite decirte que esto es un no absoluto y definitivo”, “lo siento
mucho, hay que regalarla”, “por tu atención, gracias”, “fuera de esto, repito,
están prohibidos”. ¿Por qué ser tan drástica y hasta cierto punto grosera?
Cuando estaba leyendo toda esta tercera parte (que además es la más larga), sentía como si me estuviera regañando en el típico tono de niña fashionista que cree que lo sabe todo. No me gustó. Es una pena porque, insisto, el diseño es muy lindo y la idea en general de cómo está estructurado el libro, muy buena. Pero el tono es el que me hace mucho ruido. El único beneficio de la duda que le doy es que la manera de hablar sea por el target que, obviamente, no soy yo, sino niñas de 13 a 18 años que están aprendiendo a vestirse para sacarse el mayor partido. Aún así, mi recomendación es que en la segunda edición trate de ser más compasiva y política, y menos regañona y absolutista. Al final del día, la actitud importa muuuucho más que la ropa. Yo no me pondría muchas prendas que a otra gente se le ven increíble, y no por eso las voy a juzgar de pordioseras, mujerzuelas, fodongas, pepenadoras, cajas fuertes y demás adjetivos que usa Yulene.
Cuando estaba leyendo toda esta tercera parte (que además es la más larga), sentía como si me estuviera regañando en el típico tono de niña fashionista que cree que lo sabe todo. No me gustó. Es una pena porque, insisto, el diseño es muy lindo y la idea en general de cómo está estructurado el libro, muy buena. Pero el tono es el que me hace mucho ruido. El único beneficio de la duda que le doy es que la manera de hablar sea por el target que, obviamente, no soy yo, sino niñas de 13 a 18 años que están aprendiendo a vestirse para sacarse el mayor partido. Aún así, mi recomendación es que en la segunda edición trate de ser más compasiva y política, y menos regañona y absolutista. Al final del día, la actitud importa muuuucho más que la ropa. Yo no me pondría muchas prendas que a otra gente se le ven increíble, y no por eso las voy a juzgar de pordioseras, mujerzuelas, fodongas, pepenadoras, cajas fuertes y demás adjetivos que usa Yulene.