¡Me
gustó mucho! Y como es mi costumbre, ¡lloré! Hubo tres escenas que sí me
sacaron unas cuantas lagrimitas: cuando Alegría no podía salir de la basura,
cuando el elefantito Amigo Imaginario se desintegra y cuando Tristeza altera
todos los pensamientos centrales de Riley.
Primero
les cuento que como mi cumpleaños fue el lunes, Cinemex me regaló un combo
mediano: palomitas, chocolate y refresco, así que anduve muy consentida. Y como
siempre que no lo planeo, todo me salió a pedir de boca. Con todo y que fui al
CAI, a la dulcería y al baño, vi la peli desde el principio; incluido un corto
que se llama “Lava”, que me gustó por el “I Lava You”, pero nada más, me
pareció medio soso.
Back
to the movie, me encantó, más que el mensaje, la visualización de las emociones
más comunes que tenemos los seres vivos: Alegría, Tristeza, Ira, Temor y
Desagrado. Me imagino perfecto a los guionista muriéndose de risa no sé por
qué. Está muy bien lograda y me daban ternura muchas situaciones por las que yo
creo que la mayoría, sino es que todos, hemos pasado. Por ejemplo: una mudanza,
el primer día de clases, fiestas infantiles, competencias fallidas, en fin.
¡Las experiencias que nos ofrece la vida son innumerables!
En
cuanto a reflexión, ven que el Tren del Pensamiento se para cuando Riley se
duerme… Bueno, pues a mí seguido me pasa que me acuesto y mi mente sigue a mil
por hora, incluso en mis sueños sigo pensando sobre tal o cual cosa, lo cual en
ocasiones hace que me levante sintiéndome súper cansada. Un tip que me dio Andrea de la Mora y que llevo
haciendo un par de días es que, antes de dormirme, pienso y digo en voz alta:
“voy a dormir profundamente”. Así justamente le doy la orden a mi tren de
parar. ¡Sí funciona!
Por
otro lado, me quedé pensando en que habemos distintos tipos de personas: las
entusiastas, las que tienden a la depresión, las enojonas, las miedosas y las
indiferentes. Esto me hace pensar que su tablero de emociones está gobernado
por una caricatura en especial, aunque obviamente todas intervienen. Yo podría
decir que me rige la Alegría, por lo cual muchas veces en la vida me he
obligado a ver “el lado Coca Cola de la vida”, cuando en realidad lo único que
he deseado es llorar desconsoladamente y quedarme acostada todo el día. Y eso
es justo con lo que me quedo de la película porque es a lo que últimamente le he dedicado una gran cantidad de energía: la autoaceptación.
Ninguna
emoción es mala ni buena, todas son necesarias y útiles; gracias a las cinco –y
a muchas más– estamos donde estamos y está bien aceptar que a veces nos
sentimos tristes, enojados, fastidiados o temerosos, y no siempre alegres, que
es digamos la emoción más socialmente aceptada y la “ideal”, por así decirlo.
Lo que yo creo que tenemos que trabajar a lo largo de los años es cómo expresar
esas emociones. ¿Cómo expresar la alegría, la tristeza, el miedo, la ira y el
desgano...¡asertivamente!? Para poder comunicarnos mejor unos con otros y no hacer
de esto un caos, que es justo lo que pasa cada vez que dejamos que las
emociones nos gobiernen sin filtro alguno.
La
peli la vi en gran parte por recomendación de mi maestra de Kabbalah, quien en
mi última sesión “me invitó” a no dejarme regir por las emociones, pues
demasiada tristeza en el trabajo me puede afectar laboralmente, así como
demasiado miedo me puede paralizar en otros sentidos, por mencionar algunos
ejemplos. ¡La certeza es la única que debe reinar 24/7!
Mi
última reflexión es en torno al inconsciente y lo que ahí guardamos. ¡¡Qué gran
reto esculcar esa habitación y limpiarla cuando, dado el momento, las creencias
que hemos creado nos estorban más que ayudarnos!! Llevo seis sesiones con una
life coach que amo y adoro, y las últimas tres han estado enfocadas en cambiar ciertas
creencias, y créanme, ¡no es naaaaada fácil! Porque mi cerebro me sigue aconsejando
actitudes y pensamientos, no malos, pero que ya no me funcionan, y cambiarlos es
todo un reto. No es fácil, pero tampoco imposible. Voy a visualizar
pelotitas de colores, quizá así se me haga más fácil.
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