lunes, 19 de septiembre de 2011

Aleph

Si yo fuera Bianca Coelho o Paula Pescador o whatever pero –digamos– una escritora famosa, mundialmente reconocida... ¿¿publicaría mi vida??, ¿¿escribiría un libro contando una de las experiencias más fuertes de mi vida con lujo de detalles?? La verdad no lo creo. I think I’d be putting myself waaaaay out there, which would make me an easy target for critics and stuff. Y finalmente nuestra vida privada por eso es privada... Entonces lo primero que quiero hacer en este post es agradecerle a Paulo Coelho por compartir una parte TAN íntima de su vida. It’s risky!!! Así que de verdad es de admirarse su valentía, sinceridad y sobre todo, fidelidad para con él mismo. 

A mí, en lo personal, me gustan mucho los libros de Paulo Coelho. Hay gente a la que no y se respeta, pero yo sí disfruto mucho su arte. Sus libros me parecen la mezcla perfecta entre novela y autoayuda, jejeje. Lo descubrí gracias a una columna que salía los lunes en la sección de Cultura del Reforma, hace como dos años máximo ¡¡y me encantó!! Luego supe de sus libros y me eché seis de rapidito (mi meta era leer todos en un año), pero me di cuenta que había unos cuyo tema central no me llamaba la atención. Tengo la teoría que hay libros que “te llaman” en ciertas etapas de la vida, así que decidí no forzar las cosas (ja!). Pero cuando vi el nuevo, me llamó la atención y aquí les comparto mi humilde opinión. 

Mucho del libro habla sobre la reencarnación y las otras vidas que hemos tenido. Eso me costó un poco porque yo, como católica, “espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”, pero he ahí, del futuro, no del presente. Me cuesta mucho trabajo pensar que hace 500 años fui una costurera que se portó súper bien, entonces reencarné en una cantante y luego –siglos más tarde– en una bailarina de ballet; o que hace 200 fui la esposa de un general, hace 100 era una señora negra peleando por mis derechos y que ahora soy “editora de sociales”... (la verdad es que no me considero periodista tal cual, yo nada más digo que me gusta escribir y tengo la fortuna de dedicarme a eso). 

Anyways. Lo segundo que me gustó es que el autor narra –con el suficiente detalle como para vivirlo con él pero no tanto como para aburrir– uno de los muchos viajes que ha hecho para promocionar su trabajo. Este trayecto, el de la línea transiberiana, comienza en cualquier estación de Europa, pero la parte rusa tiene 9,228 kilómetros, enlazando centenares de pequeñas y grandes ciudades, cruzando el 76% del país y atravesando siete zonas horarias distintas. Suena interesante, ¿no? 

El chiste es que en el tren hay un espacio que se llama Aleph, lo cual quiere decir, en palabras de Coelho: por un lado, un punto en el universo que contiene a todos los otros puntos, presentes y pasados, pequeños o grandes. Generalmente lo descubrimos por casualidad. Ese es el pequeño Aleph. El GRAN Aleph ocurre cuando dos o más personas que tienen un tipo de afinidad muy grande se encuentran por casualidad en el pequeño Aleph. Esas dos energías diferentes se completan y provocan una reacción en cadena. Cultura general... porque honestamente no entendí nada. 

CDT Lo que más me asombró del libro es la fidelidad de la figura principal hacia su esposa porque tiene mil tentaciones todo el tiempo. Entonces, para no alargarme tanto (como es mi costumbre), me gustaría compartir sólo una idea que me llamó mucho la atención: 

1) En un párrafo dice: ¿Puede alguien hacer que el amor se estacione en el tiempo? Podemos intentarlo, pero convertiremos nuestra vida en un infierno. No estoy casado hace más de dos décadas con la misma persona. Es mentira. Ni ella ni yo somos los mismos, por eso nuestra relación sigue más viva que nunca. Yo no espero que ella se comporte como cuando nos conocimos. Ella tampoco desea que yo sea la misma persona que era cuando la encontré. El amor está más allá del tiempo. O, mejor dicho, el amor es el tiempo y el espacio en un solo punto, el Aleph, siempre transformándose (...) Somos quienes decidimos ser. Siempre es fácil culpar a los demás. Puedes pasar tu vida culpando al mundo, pero tus éxitos o tus derrotas son tu entera responsabilidad. Puedes intentar detener el tiempo, pero estarás desperdiciando tu energía. 

Michel Domit lo pone muy claro también. Supongamos que yo, Bianca, hoy –a mis 30 años– quiero ir de México a Nueva York por carretera. Y en el camino, onda en una ciudad de paso cercana al DF, me encuentro a Juan, de 35, que quiere ir a New Jersey. Nos casamos y seguramente será algo padre porque en el 90% de nuestras decisiones vamos a estar de acuerdo porque nuestro objetivo es muy similar; no es el mismo porque cada quien tiene su meta en la vida, pero es parecido. Entonces yo me puedo echar una pestañita de vez en cuando, y voy a confiar en que Juan nos está acercando a nuestro destino. Así también, el Juan en cuestión puede estar seguro que, aunque esté dormido o distraído, si veo una “Y” que diga California para la derecha y Nueva York para la izquierda, tomaré para la izquierda. Pero que pasaría si a los 40, yo Bianca, decido que ya no quiero ir a Nueva York, sino que –por algo que me pasó, que viví, alguna pérdida (material, física o espiritual), who knows– quiero ir a Perú, ¡¡pero Juan sigue queriendo ir a New Jersey!! ¿Se vale cambiar de objetivo en la vida? Sí. ¿Se vale que le cambies el destino a otra persona? No. ¿Se puede que ambos cambien el rumbo? ¡Sí! Y esto es lo que le pasa a Paulo. Y yo creo que es gracias al amor. 

No es que la esposa cambie de destino para complacer al marido –porque cuando ella se muera responderá por su felicidad o su amargura (again, cada quien sus cubas). Lo que está padrísimo es que ambos han vivido ciertas cosas que los han hecho recapacitar, pensar, reflexionar y decidir –JUNTOS– que un cambio de ruta es conveniente. Pero es un hecho que yo no soy la misma hace 20, 10 y 5 años. La gente sí cambia. Para bien y para mal, la gente sí cambia. Es un mito eso de que no cambiamos, siento que es una postura muy cómoda. Claro que no podemos cambiar nuestro temperamento, pero el carácter es moldeable. Yo puedo ser alegre y extrovertida, pero tener más control de mí misma cuando me enojo o cuando me pongo muy triste. La madurez, la edad, las experiencias, el amor ayudan. But of course we can change. Es muy fácil verlo en un río, si no corre, se estanca y se apesta. El río tiene que fluir y nosotros también. En esta vida lo único seguro es el cambio. 

Mis otros párrafos favoritos: 

2) La rutina no tiene nada que ver con la repetición. Para alcanzar la excelencia en cualquier cosa en la vida, es necesario repetir y entrenar. Entrenar y repetir, aprender la técnica de tal manera que se vuelva intuitiva. 

3) “Dónde estabas” es más que una frase. Quien pregunta esto también está diciendo “me hiciste falta”, “me gustaría estar contigo”, “debes darme cuenta de tus pasos”. 

4) Todo lo que necesito en este momento es un abrazo. Un gesto tan antiguo como la humanidad, que significa mucho más que el encuentro de dos cuerpos. Un abrazo quiere decir: tú no me amenazas, no tengo miedo de estar cerca, me puedo relajar, sentirme en casa, estoy protegido y alquien me comprende. Dice la tradición que cada vez que abrazamos a alguien con ganas, obtenemos un día de vida. 

5) ¿Es posible desviarse del camino trazado por Dios? Sí, pero siempre es un error. ¿Es posible evitar el dolor? Sí, pero entonces jamás aprenderás nada. ¿Es posible conocer las cosas sin experimentarlas verdaderamente? Sí, pero ellas nunca formarán realmente parte de ti. 

I love Paulo! :) 

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