¡¡Qué buena obra!! Manolo Caro, la verdad, se está convirtiendo en una de mis personas favoritas en el mundo. Está cañón la realidad que refleja, el humor con el que lo hace y la creatividad tan cañona que maneja sobre el escenario. Literal a los actores que actúan en sus obras les creo todo (para mí son una especie de “Friends” mexicanos), los temas que trata son súper interesantes y hasta cierto punto dramáticos, pero siempre los aborda desde una perspectiva cómica, entonces hace reír, y al mismo tiempo, reflexionar. Not an easy task if you ask me!!
Pero cada vez que pregunta pasan un video, menos en una parte en la que interactúan con el público. Cuál no sería nuestra sorpresa cuando nos pregunta ¡¡¡a Emma y a mí!!! “¿Amor… es?” Y a cuál más de las dos de mensas, sólo nos reímos sin parar, jijijiji, hasta nos dijo “¿son hermanas?” porque no hacíamos más que reír a carcajadas, literal. ¡Qué oso! Ya en el intermedio, Emma me dijo que iba a decir “confusión”; yo iba a decir a “Dios”. Pero bueno, a little too late.
La temática de la obra me gustó muchísimo, pero hubo una parte que me hizo llorar porque me identifiqué demasiado. Para los que no la hayan visto todavía, se supone que son dos parejas que están a unos días de su boda, pero por angas o mangas se separan esa última semana (chava de la pareja A y chavo de la pareja B se van a Madrid; no tienen nada que ver, solamente coinciden en el destino). Por otro lado, los que se quedan en México (chavo de la pareja A y chava de la pareja B) se conocen por casualidad y se ven tentados a “algo más”, pero la chava B vence esa tentación… para más tarde encontrarse al objeto de su afecto en el banco, y entonces sí caer en la tentación total.
Esto en particular me dio… no sé qué me dio, pero resulta que hoy hay en Madrid una persona a la que tengo muchas ganas de conocer y a Roberto lo conocí en la fila del banco. Así que digamos que me identifiqué con todo el asunto.
Para no hacerles el cuento largo, la chava B le pone el cuerno a su novio (con el chavo A) y se lo confiesa; y el chavo A hace lo propio con su novia (ambas parejas llevaban cinco años de novios), y he aquí donde empecé llore y llore y llore y llore. ¿Por qué?
Por que la misma culpa que siente chava B fue la que sentí (hasta hace un mes, de hecho) durante dos años. ¿Con qué corazón lastimas a alguien que durante tanto tiempo (cuatro años en mi caso) te dio sólo lo mejor de sí? ¿Qué razón le das a la persona que más has querido en tu vida para no quererte casar con ella? ¿Cómo reaccionas a como él reacciona?
En mi caso, ver a Daniel bajar 17 kilos fue todo menos divertido. Yo, por mi parte, decidí quedarme sola, sin “el distractor”, que en honor a la verdad pienso que Dios lo puso en mi camino sólo para darme cuenta que no era mi tiempo. Sé que suena medio macuarra mi argumentación, pero ese fue el último de mis síntomas: primero me dio gripa (el día que me dio el anillo me sentía ¡pé-si-mo!), entrevisté a una orientadora (Tere Pérez Teuffer) sobre cómo saber si la persona con la que te casas es la correcta (Reforma, La Novia, Junio 2009), leí “n” cantidad de libros sobre el mismo tema (Reforma, La Novia, Otoño 2009)… osea de que tenía duda no cabía ni la menor duda. Digamos que “el distractor” sólo vino a confirmarlo y darme el valor suficiente para terminar la relación. ¡Ah, pero cómo duele!
En el caso de la obra, la pareja B se casa; la pareja A no, y me encanta la mentalidad de la chava (“no me den el pésame, aquí nadie se ha muerto”, jajajaja). Yo no me casé y no me arrepiento porque creo que una relación se basa en la confianza, el respeto, la comunicación y el amor. Si se derrumba cualquier de los cuatro pilares ANTES de la boda, pues está cañón (si de por sí). ¿Qué nos espera? Eso sí, ya le pedí perdón al Dani –por teléfono y en persona . Me da no sé qué porque por más que me dice que “ya lo supere porque él ya lo superó”, sigo llorando pidiéndole perdón por haberlo lastimado.
Pero bueno, hay que cerrar ciclos, abrir nuevos y aprender de las lecciones que nos da la vida sobre el amor y el desamor. Yo creo que el mensaje de la obra es que lo más importante –sin importar cuánto duela– es que nunca dejemos de amar J ni de creer en el amor verdadero. Y no ver al matrimonio como algo que coarta nuestra libertad, sino como algo que la enriquece (al ser una elección propia hecha por amor y para amar).
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