Este librito lo compré porque un buen día platicaba con un
amigo sobre esos “bajones” que a veces nos dan, esos días en que nos daría
igual estar vivos o muertos… los cuales –si me permiten decir– son normales y
hasta sanos. No me imagino a alguien feliz el 100% del tiempo. Si así fuera,
pensaría que está en negación o desconectado, no que su felicidad es auténtica.
Anyways. El autor, Juan Manuel Orozco Angulo, dice que la
depresión es un mal causado por razones hereditarias, hormonales y/o
psicológicas, que requiere (para curarse) la atención de un especialista y que
SIEMPRE exige la voluntad y el esfuerzo de quien la padece/sufre. Una vez una amiga me contó que se dio cuenta que era como masoquista en las relaciones amorosas y que se deprimía MUY MUY cañón. Fue al doctor y ciertamente tenía (tiene) un desequilibrio en el cerebro que la hace ser propensa a sentir extrema tristeza, soledad, etc. Es una tendencia que tiene que revertir con mucha fuerza de voluntad y uso extremo de la inteligencia. Me pareció muy valiente de su parte todo el proceso: desde autoanalizarse y ver que algo estaba fallo hasta tomar medicinas y, bueno, que me lo compartiera me sorprendió –y lo agradecí– porque no éramos taaaan cercanas y el asunto, en mi opinión, pues sí es muy íntimo.
Un familiar (no l@ quiero balconear) también tiene esta tendencia, pero no sé si siempre la tuvo o le dio de viejit@. Por que otra de las causas para deprimirse es sentirse viejo e inútil. BTW, eso es algo que no tolero: la gente que nada más está esperando a ver cuándo se muere. ¡Qué desperdicio de tiempo! Como dice el autor, si seguimos en este mundo es para algo, ¡hay que trabajar! Y no en sentido literal, ocho horas al día a cambio de una remuneración, sino siempre estar activos, prestos para servir, escuchar, ayudar, contribuir, mejorar nuestro alrededor. Yo creo que el famoso “retiro” no es de la vida, es del trabajo rutinario, y hay que aprovecharlo para hacer cosas que antes no teníamos tiempo de hacer. Como mi papá. Él dice que cuando se retire va a ver todas las series que ha comprado (y que ni siquiera ha abierto), a escribir, a hacer quién sabe cuántas cosas que ahorita simplemente no puede por “x” o “y” razón. Qué padre tener un proyecto, algo que nos motive, que nos dé ilusión.
Las causas hormonales sí están del terror porque me parece más complicado controlarlas; como la llamada “depresión post-parto”. Pppfff. Ahí sí casi seguro que hay que medicarse. En cambio, las causas psicológicas requieren más coco, más cerebro, más voluntad, dependen más de uno mismo. De hecho, totalmente de uno mismo. Por que por más que amigos y familiares quieran ayudar, si la persona deprimida INSISTE en quedarse en el hoyo, ahí es donde permanecerá.
Alguna vez anduve con un cuate que estoy casi segura era depresivo. Todo el tiempo se compadecía de sí mismo y como que le gustaba inspirar lástima: que si la mamá no le dio, que si el papá lo abandonó, que si en la escuela no fue capitán, que si no tenía amigos en el DF, que si la ex esposa le puso el cuerno, que si la situación del negocio estaba cañona, que si… ppppffff, you name it! Año y medio aguanté. Primero traté de ser compasiva, entender, escucharlo, pero después de un año como que decía “ok, no está padre lo que te pasó, pero pleeease get over it!”.
Pienso que en esto ayudan muchos dos cosas: la educación y la personalidad. En mi casa no había nada de que “ay, pobrecit@”. Cuando teníamos calentura, mi mamá nos mandaba a la escuela con un suéter y dos aspirinas. Cuando tenía como 10 años, mi papá me hizo hablar a Aeroméxico y pedir “la tarifa más económica” a Culiacán para ir a verlo. Según que para que nos enseñáramos a hacer las cosas por nosotros mismos (de repente creo que se le pasó la mano). Si perdíamos un juguete, pues qué pena, nada de que reponerlo al instante. Digamos que nos enseñaron a asumir la responsabilidad de nuestros actos y a saber que pase lo que pase, no hay nada que no tenga solución, y que lo único que no se puede “arreglar” es la muerte. Fuera de ahí, todo tiene solución. Y si no la tiene, como dice el dicho, para qué agobiarse.
Lo otro es la personalidad. Yo agradezco que soy parlanchina, sociable, entusiasta, alegre y positiva. Contrario a lo que muchos pueden pensar, he vivido cosas feas, fuertes y nada agradables, pero no me estanco, ni me hago la víctima, ni me quedo lamiéndome las heridas. ¡Me ayudo! Leo, voy a cursos, tomo seminarios, rezo, voy a dirección espiritual, escribo, en fin. Me muevo. Porque me quiero me ayudo. Y fluyo. He aprendido que lo que me pasa es por mí, nadie tiene la culpa de nada, yo soy responsable de mi vida. Y si me gusta es gracias a mí y si no me gusta, también (just for the record, sí me gusta, y mucho).
Digo esto de la personalidad porque, por ejemplo, cuando corté con Daniel, que de verdad me pesó (mucho más de lo que creen), mi pensamiento era así: “Me levanto a las 8, voy a la clase de yoga, al trabajo, como, lloro de 3 a 4, regreso a trabajar, voy al evento, llego a las 11 y lloro de 11:30 a 12:30 máximo para no desvelarme tanto”. Am I crazy? Maybe. Pero el hecho de ser tan activa simplemente no me permitía quedarme en la cama (ni siquiera los sábados o domingos) a llorar mis penas. Y claro que hubo momentos muy oscuros, pero en general, siento yo que gracias a que soy muy alegre, se me pasaban rápido. Las crisis me duraban cuando mucho una o dos horas. Ya después me iba al gym, al cine, a tomar un café.
Lo padre, como dice Odín Dupeyrón, es aprender a gozar esos momentos. Disfrutar la soledad, la tristeza (se oye raro, I know) porque es lo que nos diferencia de los animalitos. Esa capacidad de llorar porque algo no nos salió como esperábamos, porque nos traicionaron, porque nos mandaron por un tubo, porque nos vieron la cara, porque abusaron de nosotros (en cualquier sentido: económico, emocional, sexual). ¡Se vale! Pero qué flojerita quedarse ahí, estancado cual agua de charco.
El libro está muy bueno, ligero y propone algunos ejemplos
de personas que se la han rifado y han salido adelante a pesar de los muchos
obstáculos que la vida les presentó: Demóstenes, Helen Keller, Beethoven, Tony
Meléndez y Juan Pablo II. May they be our role models :)
El mensaje, finalmente, es que cada quien viene a pasársela
como cada quien decida. Yo elijo si quiero ver el vaso medio lleno o medio
vacío, si quiero disfrutar la fiesta o quejarme de todo, si decido agradecer lo
que tengo u obsesionarme por lo que me falta. Somos libres, tenemos
inteligencia, ¡hay que usarla a nuestro favor!
Ah, lo olvidaba. También dice que Dios vota por nuestra
felicidad (¡a favor!). Nada de que esto es un valle de lágrimas y no se qué. Aquí
venimos a trabajarle y a sufrirle (nadie dice que no), pero también a aprender
y a pasarla padre, gozar, disfrutar, reír, amar. A los deprimidos, si no se
ayudan y se quieren e intentan ser felices, el Chief los va a denunciar a
la Fepade (jijijiji, traigo ánimo electoral).
Que curioso, siempre te leo y desde hace poco estoy con un Padre Jesuita que me enseña los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, sobre la depresión he reflexionado y lo que comentas requiere un nivel de conciencia cañona, darte cuenta del problema, tener las ganas de resolverlo y encontrar la solución es todo un proceso de madurez porque no hacerlo y apartarnos del amor de Dios, desgraciadamente nos priva al mismo tiempo de toda posibilidad real de amarse a sí mismo.
ResponderEliminarMuchas veces la gente que esta sana y no tiene un desequilibrio en el cerebro, por lo regular su problema esta en encontrar el sentido de la vida, ya lo decia San Ignacio:
"Poner todos los medios como si todo dependiese de uno, pero confiando totalmente en Dios, porque todo depende de él."
Algo que observo con frecuencia es que las personas se frustran porque las cosas no salen como ellos quieren y en lugar de tomarlo como bendición se estancan en un loop y siguen cabando en el mismo hoyo y lo que normalmente acaba por hundirlos es la proyección en el futuro, no el dolor, sino la representación que se hacen de él. Salir de eso no es nada facil pero si de entrada no se tiene Fé es como ir a la guerra sin fusil jeje
"Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad. Vos me lo disteis; a vos Señor, lo torno. Disponed a toda vuestra voluntad y dadme amor y gracia, que esto me basta, sin que os pida otra cosa".
Muchas Saludos.
Me encantó lo último que pones; es una canción preciosa que cantaba en el coro de Reino, jajaja, wow! GRAN letra, estamos de acuerdo? Tienes razón en lo que dices. Lo curioso es que a la persona deprimida no le gusta estarlo pero al mismo tiempo hace poco por salir de ella, es como dices, un círculo vicioso. Y ciertamente la fe, la esperanza y la caridad son las grandes aliadas. Un beso y gracias x opinar :)
ResponderEliminar