Típico que me imagino una cosa, no googleo, me dejo ir como las cabras y al final no es para nada lo que esperaba, a veces para mal... No así esta vez, porque la obra “Agonía y Éxtasis de Steve Jobs” sí me gustó. Un fuerte aplauso para el actor Alfonso Dosal porque pienso que un monólogo se dice fácil pero seguramente requiere de un graaan esfuerzo, así que #clapclap.
La verdad yo primero pensé que la obra, al igual que la
película (que no he visto, así que no puedo hablar mucho), era una especie de "homenaje" al
genio creador y creativo de Apple, pero no. ¡Es una crítica!, y una bastante
fuerte que hasta de pronto me hizo pensar: “¿y ahora qué se supone que haga,
tirar mi iPhone (iPod en mi caso porque, desde que me lo robaron en el aeropuerto,
yo les manejo un Android…rosa #girlycel)?”.
El monólogo está basado en un reportaje que hizo Mike Daysey, un escritor norteamericano conocido por su trabajo como autor y actor
de sus propios textos, quien tenía una relación amor-odio con Jobs. Como que lo admiraba mucho por su inteligencia, pero le daba repele que fuera tan “poco
sensible”.
En honor a la verdad la crítica es más para una empresa que
se llama Foxconn, la cual hace aparatos para toooodas las compañías de
electrónicos, sí, todas las que se imaginen: Nintendo, Sony, Toshiba, Dell, hp,
Motorola, Microsoft y Nokia, entre muchas otras. Lo que tiene esta empresa es
que es hipermega negrera, pero MAAAAL plan, o sea no se imaginen horarios
laborales de 8 o 10 horas, ¡no! Acá son de 16 o 18, a veces de 34. Y hay mallas
porque hay muchos empleados que se suicidan, entonces para prevenir muertes ya
optaron por poner protección.
Al final de la obra hubo un debate en el que participamos el
honorable público, el actor y la directora Claudia Romero. Fui la segunda en participar (pa' que no digan que andaba de apática) y lo que pregunté fue por qué –si muchas compañías trabajaban con Foxconn– la crítica era
exclusivamente para Jobs. Lo que me contestó Claudia fue que porque Jobs no era
“cualquiera”, no era un vendedor común, no era una persona tan moral como el
resto de nosotros, sino que, en su genialidad, también era bastante cruel e
incoherente, trapitos sucios que le ventila este periodista cuando hace esta
investigación, la cual tampoco es 100% verídica, ya que –por decirlo de alguna
manera– “le echó mucha crema a sus tacos” y al final sólo dijo que era “un
contador de historias” y no un documentalista profesional. Mmmhh.
Anyway. Creo que me quedo con el hecho de que fue una obra
que mueve a la reflexión... sobre todo por el debate, de verdad que enriqueció
mucho la experiencia. Pero bueno, nos hizo reflexionar (a la Annie, a Mich, a su esposo y a mí) sobre cómo la tecnología no es ni buena ni mala, sino que depende del uso que
nosotros le demos. También nos hizo pensar en que lo único que podemos hacer es
empezar con nosotros mismos y hacer cambios “humanizantes” desde nuestra
trinchera, ya sea como amas de casa (con la muchacha), en la empresa (como
dueños, empleados o subordinados), en la calle (cómo tratamos a los peatones,
los ciclistas, los demás conductores), etc.
Ah, ¿sabían que en México hay dos plantas de Foxconn?
Supongo que porque nuestra mano de obra es barata. Pero, como dijo Alfonso, yo
creo que aquí no hace tanto ruido porque en lugar de que los empleados se
suiciden, los mandan muuuy lejos o les hacen huelga primero, jajaja, ya ven que
eso de las marchas a los mexicanos como que se nos da muy bien.
Ahora que escribo, pienso otra cosa. A Jobs le critican que, cuando regresó a Apple, quitó todos los programas de acción social que
anteriormente apoyaba la compañía porque él decidió invertir el dinero en más
tecnología a fin de lograr su misión, su sueño y su más grande anhelo que era
“poner el mundo en manos de la gente”.
Pues la neta lo logró. Yo no sé, pero de verdad creo que hay
un antes y un después luego de todo este rollo del iPod, el iPhone, el iPad.
Sinceramente el cuate era un genio. Y OK, no era Steve de Calcuta o Dalai Jobs, pero creo
que gracias a él hay mucha gente que puede hacer el bien. Por ejemplo, yo puedo
mandar un mensajito de WhatsApp para donar a una fundación o sentirme más cerca
de mi novio aunque ande vacacionando en Cancún (él, no yo… ¡ojalá!) o sea, fomenta la comunicación. Ya es muy nuestro rollo si en lugar de promoverla, la
bloqueamos y en plena comida familiar sacamos el teléfono en la mesa y no
despegamos los ojos de él las siguientes dos horas #cadaquiensuscubas. Pero al
final del día, él cumplió su misión. Yo me pregunto: ¿cuántos de nosotros vamos
a poder decir eso cuando nos muramos?
El que se tiene que poner las pilas es la persona (¿será
chino?) que dirige Foxconn. Porque yo sí pienso que si llega al cielo no le van
a salir muy bien las cuentas y chance y no lo dejan entrar, así que
#ManInTheMirror & let’s make a change.
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