Los
actores son súper desconocidos, al menos para mí. Potts es interpretado por
James Corden y su esposa Jules por la actriz Alexandra Roach. En mi opinión, al
menos a él le hicieron un poco el favor (a ella no la he visto en persona),
porque en la vida real estaba más gordito y chimuelo. Pero bueno, la magia de
conocer a una persona es que cuando logras ver más allá de lo físico, el alma
te conquista y seduce de una manera que dejas de ver que le sobran kilos y le
faltan dientes.
Sobre
esta película, quisiera compartir algunas reflexiones.
La
primera es que no todo es lo que parece. Quizá cuando vimos a Potts por primera
vez hace siete años pensamos que era un aficionado que cantaba ópera igual que
yo canto las canciones de Britney Spears en la regadera. Pero no. Él desde
chico sabía que le gustaba cantar, que amaba la ópera y que se quería dedicar a
eso. Desgraciadamente en Venecia, cuando le toca cantar frente a Pavarotti,
éste le dice que no está listo para dedicarse a la música… y que quizá nunca lo
esté.
Ahora,
¿por qué no debemos odiar a Pavarotti? Porque él sabe lo que exige una carrera
en los escenarios, conoce de primera mano los sacrificios que conlleva, los
retos que hay a diario, la competencia feroz, etc. Y nota a Paul tan inseguro y
tan nervioso, que mejor le expresa su sincera opinión, quizá un tanto brusca e
hiriente, pero era “su” verdad, y se vale. Lo malo es que Potts, en su inseguridad,
lo escribe en piedra. ¡Y pum!, abandona su sueño.
Ahora, lo
que yo pienso, viendo literalmente la película completa, es que no era su
momento. Dios tenía otros planes para él, más grandes y brillantes, y yo creo
que eso nos pasa a todos muchas veces. Nos clavamos en el rechazo, en el que
las cosas no salieron como esperábamos, en que el universo no se alineó y
perdemos la fe, la confianza y la certeza de que la vida es perfecta, y de que ¡de
verdad! todo llega cuando tiene que llegar. En aquella ocasión, era mejor así.
Y claro, qué amargura sentir el dolor y el sufrimiento que acompañan a la derrota,
pero cuando se le presenta otra oportunidad, Potts la toma y la aprovecha al
máximo. ¡Eso es lo maravilloso del asunto! Tenemos que mirar atrás sólo para recordar
lo vivido y aprender de ello, no para traumarnos ni arrepentirnos, ni ir por la
vida lamentándonos o victimizándonos; “que si él me dijo que no tenía talento”…
¡Excusas! Bien entonces la escena del papá, en el que lo enfrenta y le dice “deja
de compadecerte de ti mismo y agarra al toro por los cuernos”.
También
bien por la esposa (a quien conoce por internet) que siempre está a su lado,
apoyándolo. Y esto me lleva a acordarme de los que dicen los kabbalistas en
cuanto a que un hombre debe siempre tener una mujer a su lado para ayudarlo a
crecer. La Kabbalah dice que las mujeres somos espiritualmente más elevadas que
los hombres, por eso nuestro deseo de recibir para compartir con los demás es
mucho más fuerte que nuestro deseo de recibir sólo para nosotras mismas. La
maternidad es la mejor prueba de ello. La cuestión es que por eso los hombres
nos necesitan (no es por el sexo, jeje). Por eso a veces encontramos mujeres
solteras 100% realizadas y felices, porque no necesariamente tenemos que ayudar
a crecer a nuestra pareja, sino a cualquier hombre: papá, hermano, hijo,
sobrino, nieto. La misión se cumple igual. Quizá de ahí también la frase que dice
que “detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer”. Y no se refiere al “detrás”
desde una postura de sumisión, sino una de empoderamiento, de motivación, de
empuje. Por eso, felicidades también a la mamá de Potts, que sabe mantener un
matrimonio aunque a veces resulte difícil. Ella logra sacar lo mejor de ambos,
tanto de su esposo como de su hijo… ¡Así de fuerte es nuestra luz, chicas!
Finalmente,
lo más padre es que la historia no es ficticia, sino 100% real (seguramente con
los ajustes necesarios para llevarla a la pantalla grande, pero en esencia
real). Lo triste del asunto es que detrás de este éxito hay más que bullying,
rechazo, inseguridad y temor, hay también una experiencia de abuso sexual a los
15 años que Potts decidió no compartir con los realizadores del filme por temor
a opacar las demás vivencias. Muy respetable, pero he ahí: la vida en sí misma
tiene más drama, comedia, terror y romance que las historias que podemos crear
en la imaginación. Por eso mejor vivirla al 100% y no andarnos con mecanismos
de defensa para evitarla, como son todos los vicios.
Por
cierto, ¡amé al jefe de Potts de Carphone Warehouse!, jajajaja, es lo mejor. Lo
ascienden sin hacer nada, la pasa bomba siendo un desastre. Mi teoría es que
fluía tan bien con la vida –sin preocupaciones, agobios o pretensiones– que le llegaba lo mejor sin esperarlo. No digo
que sea bueno alcoholizarse a las 10 de la mañana, pero me gusta su sencillez y
capacidad de goce. ¡Como la de un niño!
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