Típico que cuando te dicen que algo va a estar
hipermegaincreíble, no está. Y no porque en verdad no lo esté, sino porque
nuestra expectativas se fueron al cielo… y está un poco cañón que las cosas las
alcancen. Ese fue el caso de “180 Grados”.
Obviamente después de haber compartido el pan y la sal con FK, pues
moría por verla, así que me di a la tarea en compañía de mi santa madre. Cuando terminó (la movie),
pensé: “aisshhh, ¡me choca ilusionarme tanto!, no estuvo tan buena”, pero
conforme platicábamos de regreso a casa, me di cuenta de que sí me había
gustado ¡y mucho!
¿Por qué? Porque estamos muy centrados, en mi humilde
opinión, en cambiar a todo el mundo, menos a nosotros. Porque nos encanta creer
que somos perfectos, lo máximo, maravillosos, seres de la creación llenos de
cualidades… y sí, pero perdón, ¡también tenemos un chorro de defectos! Y lo
mejor que podemos hacer es detectarlos y proponernos cambiar, ¡transformarnos!,
darle a nuestra vida, a nuestra actitud, a nuestra manera de ver las cosas un
cambio radical, un giro de 180 grados.
Porque también pasa que nos damos cuenta que somos… x,
supongamos que flojos o perezosos, y no hacemos nada al respecto. “Ay, pues sí, soy
flojo y no hago ejercicio, ¿yyyyy?” Pues tampoco, digo, esa actitud no sirve de mucho.
El reto, me parece, es hacer una introspección, ver en qué andamos
fallos y ponernos las pilas; trazar un plan de acción. Concientizar esos
defectillos que tenemos, ver cómo los vamos a trabajar y aprovechar cada
oportunidad que se nos presente para controlarlos/disminuirlos y tratar de ser mejores.
Me gustó mucho el poster de la peli, nada más que parece
poema de amor –por largo– entonces no me lo aprendí, pero por ahí dice algo como
“nadie sueña convertirse en ratero, corrupto o tranza”. ¡Y no! Last time I
checked, todos queríamos ser o dedicarnos a algo positivo. Nada más que a veces
tomamos las decisiones equivocadas y nos vamos por el camino más fácil, ancho y
comodino, que no siempre (de hecho casi nunca) es el mejor, y terminamos en
donde no queríamos. Pero lo más padre es que podemos cambiar. ¡Es real! ¡Sí se
puede!
Si realmente queremos ser mejores, crecer y madurar, ¡podemos
hacerlo! Gracias a que tenemos inteligencia, voluntad y libertad, podemos lograr
lo que nos propongamos. Obvio primero lo tenemos que querer, desear con todo nuestro
corazón, visualizarnos, creérnosla y ponernos en acción. En la peli, por
ejemplo, el cuate protagonista es un tranza asqueroso al que “de repente”
(ahorita les digo porque entre comillas) le cae el 20 y dice “no pues no está
cool, esto no era lo que yo quería de mi vida”, y pum: se convierte, da un giro
total a su vida, transforma sus hábitos, su estilo de vida. Poco a poco va
tomando decisiones, pian-pianito diría mi mamá, y al final se cruza del camino
de la corrupción al camino de la honestidad, de la verdad y, por lo tanto, del
amor.
Las actuaciones no son de Oscar, tampoco me voy a cegar (eso
de repetir 100 veces “yo también” cero me latió), pero hay que reconocer que,
como dijo Fernando, en una hora 40 (minutos) que dura la película, no hay
groserías ni ataques al sistema. ¡Ese es el cine mexicano que tenemos que
apoyar, señores! El propositivo, que nos quiere dar esperanza y decirnos que
si no nos gusta nuestro presente ¿quién dijo que no lo podíamos cambiar?
¿Fácil? Pues no, no es. Pero de que se puede, se puede. No hay excusas ni
pretextos.
Para terminar, lo de las comillas es porque nada pasa de
repente. En este caso, por ejemplo, el papá del cuate corrupto (personificado
por Kalife) siembra en su hijo la semilla de la honestidad, de la competencia
limpia, de la aceptación de los resultados a favor o en contra (¡¡¡AMLO, ahí te
hablan!!!), de luchar por lo que se quiere. ¿Infancia es destino? I don’t know,
pero me encantó que se usara la imagen del parque y de la carrera el moto.
Creo que el deporte es el recurso por excelencia que sirve para
ilustrar esto de las constantes y a veces inevitables caídas, y también de las
en ocasiones costosas paradas, que reflejan –y si Dios quiere, sirven– para
adquirir un aprendizaje, es decir, aprender una lección que a la próxima nos
ayuda a hacer diferentes (MEJOR) las cosas.
Gracias a Carlos Herrero y su agencia Extrategia por la
invitación y el DVD de la película :) Y felicidades a Fernando Kalife por este
esfuerzo que seguramente fue muy del agrado del Boss.
No hay comentarios:
Publicar un comentario