martes, 3 de febrero de 2015

Shopaholic to the Stars


Amo a Sophie Kinsella. Es mi autora favorita. Para quienes no la ubican, ha escrito numerosas novelas, algunas individuales, otras como parte de la serie “Shopaholic”: Confessions of a Shopaholic, Shopaholic Takes Manhattan, Shopaholic Ties the Knot, Shopaholic & Sister, Shopaholic & Baby, Minishopaholic y Shopaholic to the Stars. Todas las he leído y todas me han encantado. ¡Se las recomiendo todas! Si vieron la película, no se dejen llevar. Los libros son mucho más divertidos. Que conste que no dije “ mejores”; son artes diferentes.

Sobre este nuevo título, ¿qué les puedo decir? Rebecca Brandon (née Bloomwood) es igual de divertida, ocurrente, positiva y entusiasta que en los anteriores. Lo disfruté mucho. Me gusta que, aunque somos completamente diferentes, me identifico con ella en varias cosas. Bueno, pensándolo bien, sólo en dos: 1) a toda situación tratamos de verle siempre “el lado amable” y 2) nos gusta opinar y sugerir. Al igual que Sheldon (The Big Bang Theory), somos fans de los Buzones de Sugerencias. ¡Nos encanta dar retroalimentación! (positiva y/o negativa), sólo que Becky lo hace a través de cartas y yo a través de Twitter o verdaderos buzones… Cada vez hay menos, pero en Sport City todavía aplica.

El mensaje con el que me quedo de este libro de 473 páginas es, resumido en una frase, que “no todo lo que brilla es oro”. Al principio Becky está extasiada de mudarse a Los Angeles, no cabe de la emoción. Pero luego, conforme vive aquello que había imaginado como hiper increíble, se da cuenta de que las apariencias engañan y que hay mucho más allá de lo que ven los ojos. Y yo creo que eso nos pasa a todos en general, para bien y para mal, depende cómo se tome. En el caso de Becky, en específico, es para bien. Porque sacrificar pareja y amistades a cambio de un poco de fama no vale la pena. Yo sé que muchos podríamos caer en la tentación, pero creo firmemente de que, si eligiéramos lo segundo, a la larga nos arrepentiríamos. Después de todo, lo que hace valiosa nuestra vida es el poder compartirla con los demás. ¿De qué nos sirve entonces salir en los medios si al terminar lo propio nos quedamos completamente solos? Créanme. Lo he visto y no vale la pena.

Lo peor es que uno se imagina que la gente famosa es súper feliz y lo tiene todo. Nooot!! Nada más alejado de la realidad. Y este libro por eso me gusta. Porque es como un sneak peak a la vida de los famosos ¡pero ojo!, no de todos, sino de aquellos sin escrúpulos, que buscan la fama por la fama, que hacen hasta lo imposible –y lo impensable– para que los medios hablen de ellos… Y eso es lo que descubre Becky: que la realidad no es como la pintan, sino que hay mucha basura detrás.

Hay algo que también rescato, ahora que soy estudiante de Kabbalah. Becky siempre está deseando que la entiendan: “es mi gran oportunidad”, “la tengo que aprovechar”, “si tan sólo se pusieran en mis zapatos, “si me comprendieran”... La realidad es que detrás de estos pensamientos tan “válidos” hay una gran dosis de egoísmo, de lo cual nos tenemos que deshacer lo más pronto posible, ¡a la voz de ya! Curiosamente, cuando lo hace, ¡se pone feliz! Y no les quiero echar a perder la historia, pero así acaba el libro (oops). Y esto aplica en todos los aspectos de nuestra vida. Si yo en mi relación de pareja me la quiero pasar a todo dar, sin dar nada a cambio o lo mínimo que no me implique mucho sacrificio, ¿adivinen qué? No me la voy a pasar tan bien como si diera todo sin esperar nada a cambio. Pero nos han educado tan contrariamente a este precepto, que por eso estamos como estamos (a nivel individual, colectivo y mundial). Nos han dicho que “si nosotros no vemos por nosotros mismos, nadie lo hará”. Mmmhhh. No es verdad. La Luz lo hará; Dios, el Universo, al final nos referimos a lo mismo. Como dice Karen Berg, “when you take of others, the Light takes care of you”.

Así que este libro es una forma de abrirnos los ojos acerca la fama y de reafirmaros que, así como dice el refrán, “no todo lo que brilla es oro”.

lunes, 10 de noviembre de 2014

The Judge (El Juez)

No sé ni por dónde empezar de la cantidad de mensajes que me gustaron: la relación complicada entre padre e hijo, la responsabilidad y coherencia de nuestras acciones, la perspicacia de los niños, el objetivo del matrimonio, la senilidad de los padres, el ser fiel a uno mismo hasta las últimas consecuencias, la negación vs la victimización en ciertas circunstancias…

La hemos comentado tanto Gustavo y yo que siento que ya escribí este post 10 veces, pero no… Así que aunque sea unas breves líneas para recomendarles esta peli que, si por mí fuera, le merecería el Oscar a Robert Downey Jr.

Creo que tiene muchísimos mensajes kabbalistas sobre el tomar responsabilidad de nuestras acciones, sin importar si las hicimos a los 13, 17 o 30 años. También me encantó que el papá se es fiel a sí mismo hasta el final, ¡y el día de su muerte la bandera de la Corte ondea a media asta!

Otras escenas que me hicieron pensar: 1) la niña preguntándole a su papá del divorcio con su mamá, ¡qué inteligencia de los niños!... y luego creemos que no se dan cuenta; 2) cuando le pregunta sobre si debe divorciarse o no, el papá le responde al hijo: ‘no lo sé, ¿todavía pueden hacerse feliz el uno al otro?’. I looooved the answer!


¡Me fascinó! Junto a After Earth (con Will y Jaden Smith), es de esas películas que podría ver dos veces por sus mensajes.

martes, 16 de septiembre de 2014

Ser como Dios

Hace no mucho, el amigo de una amiga le decía que la Kabbalah era peor que una secta, “y el colmo es que quieren ser como Dios, he ahí el libro de Michael Berg”. OK. Invito a esa persona a leerlo, ¡porque es una maravilla! Porque si Dios es AMOR y nosotros actuáramos, pensáramos y sintiéramos como Él, el mundo sería ooootra cosa. Otro gallo nos cantaría, como dice mi mamá.

El problema, dice el autor, es que el ser humano tiene una tendencia natural al egoísmo, que es el Deseo de Recibir sólo para Sí Mismo. Y pensamos que es lo mejor, que pensar en nosotros primero, luego y al final es lo que nos hará felices. ¡Pero oh, sorpresa!, pues es exactamente lo contrario lo que nos traerá felicidad y paz auténtica: el Deseo de Recibir para Compartir con los Demás. Y como bien decía la Madre Teresa, hay que dar hasta que duela. Ser lo suficientemente hábiles para saber cuándo habla el Ego, ignorarlo e ir totalmente en sentido contrario.

Hace no mucho hubo una moda entre los católicos con la frase “What would Jesus do?”. Aún tengo pulseras, collares y anillos con las siglas “WWJD?”, que se supone nos ayudarían a pensar qué haría Jesús en todos los ámbitos de la vida, y actuar en consecuencia. A mí la verdad sí me ayudó mucho, y este libro es justo esa invitación pero llevada a la máxima expresión.

Ayer que fuimos a misa, comentábamos Gustavo y yo lo egoísta de nuestras peticiones. “Por mi mamá”, dijo un niño. “Por mi papá, para que encuentre trabajo”, dijo una niña. “Por mi perrita”, dijo un niño más grande. ¿Qué pasaría si cada uno de nosotros pidiera por TODAS las mamás del mundo? Imagínense a 7 billones de personas pidiendo unos por otros. ¿No sería más lindo pedir por todos los desempleados del mundo, por todos los perritos del mundo? Al menos Caramelo también lo agradecería mucho.

¿Por qué estamos acostumbrados a pedir tan poquito, tan limitado y tan egoístamente? ¿Por qué no ser como Dios, y acostumbrarnos a dar a manos a llenas –y por lo mismo– a recibir a manos llenas? ¡Abundancia total!

Una de las causas es el Oponente, el Ego, que nos engaña y nos pone una barrera llamada tiempo que nos impide ver las consecuencias de nuestros actos. Si no existiera ese lapso, todos actuaríamos mejor, con más conciencia y amor, porque veríamos que el pensamiento egocentrista nada bueno nos trae. La maravilla de este juego es que para ver el efecto de la causa, a veces pasan años… y la memoria nos traiciona.

En lo personal, Michael Berg es una persona a la que admiro muchísimo. Él fue el encargado de traducir el Zohar al inglés, proyecto que le tomó 10 años, ¡¡una década entera!! Y algo que me gusta mucho de él es el énfasis que hace en el 'aquí' y el 'ahora'. El trabajo espiritual, dice, requiere justamente eso: trabajo. Y es trabajar a cada instante. Ahora y ahora y ahora. Porque el Oponente no duerme, no se va de vacaciones, no descansa… Entonces nosotros tampoco podemos hacerlo.

 “Compartir transformador” es como Berg nombra a la acción de dar y dar y dar a los demás sin esperar nada a cambio, más que dar gracias y aprovechar la oportunidad de revelar más Luz al mundo. La pregunta correcta entonces, dice Michael, no es ¿estoy haciendo una acción espiritual?, sino ¿estoy haciendo una acción incómoda? Porque dar desde la comodidad del jardín de la mediocridad es bastante fácil. Es el amor llevado a su máxima expresión lo que cuesta trabajo, y por lo mismo, lo que revela más Luz, más Amor. Traducción: es el compartir todo con todos lo que nos da la completa y real satisfacción y realización en la vida, a diferencia de un par de Manolos (Blahnik) o la bolsa más nueva de Chanel (cuya emoción nos dura... ¿tres meses? Si acaso).

Otra cosa que me encantó de este libro es que más que inspirar, algo que ciertamente hace, nos da las herramientas necesarias para cumplir con esta tarea de olvidarnos de nosotros mismos para aprender a compartir con los demás. Págs. 138 y 139. Más resumido, imposible. Tiene su chiste, nadie dice que no (menos Michael), pero sirve de mucho tener "el paso a paso".

Mi conclusión es que si todos y cada uno de nosotros fuéramos más como Dios, el paraíso estaría en la Tierra y la muerte sería vencible.
Si tienen oportunidad, no dejen de leerlo.

viernes, 12 de septiembre de 2014

El Rey León

¡¡Qué conmovedora historia!!, me encantó; ya había visto la peli, pero la obra es sensacional. Mis respetos para el imaginación de los encargados de vestuario y maquillaje, es una verdadera obra de arte lo que hacen con cada uno de los personajes.

Mi personaje favorito es el Rey León Papá. Tiene su chiste ser buen papá. Hay que educar con disciplina y límites, pero mucho amor y sobre todo, creo yo, con la visión de hacer de los hijos personas de bien, con valores, independientes pero preocupadas por los demás. Yo no soy mamá, pero he visto que es común querer sobreproteger a los hijos, y –también por lo que he visto–, eso a la larga no funciona. Por eso me cae bien y admiro al Rey León Papá, porque adora a Simba (tanto que da la vida por él), pero nunca le da el pescado, sino que le enseña a pescar. Y eso es lo que uno de adulto agradece. Así que sírvase este post para darles las gracias eternas y sinceras a mis papás, por estar ahí cuando lo necesitaba y por poner límites sin nunca cortar mis alas ni mis sueños. ¡No cualquiera! Si no fuera por ustedes y la forma como me educaron, mi historia sería completamente distinta. Así que gracias papayo y gracias marmota por todo el amor disciplinado que me dieron, me dan y estoy segura que hasta el final de mis días me darán.

Mi segundo personaje favorito es, casi que obviamente, Simba. En particular los dos actores (Simba chiquito y Simba grande) tenían una energía intensa muy especial, muy fuerte y masculina. ¡El chiquito parecía chapulín! Y al igual que Nala chiquita, una gran voz. Pero Simba grande también está espectacular. Mi escena favorita es cuando cantan la de “He Lives in You”, ¡ay, casi lloro! Está preciosa la letra. Y todo en conjunto me emocionó mucho: la escenografía, los efectos… se me puso la piel de gallina.

Y qué decir de Pumbaa y Timón, tan simpáticos ellos, ¡y la imaginación tan grande de los creadores para recrearlos sin el uso de botargas! Uno literal está viendo a la persona que “los maneja”, pero llega un punto en el que los pasas por alto; hacen muuuuuy bien su trabajo. Mufasa también de alto impacto, cómo se mueve, la voz, ¡todo!

Sobre Rafiki, el chango líder, según yo en la película era hombre, ¿no? Acá es mujer y WOW la voz que tiene. Cuando canta “Circle of Life” es simplemente impresionante. Y para deleite del espectador, la canta dos veces, al principio y al final, cuando presenta al hijito de Nala y Simba <3 ¡Aahh! Qué linda historia.  

Yo alguna vez formé parte del ensamble de danza del Carnaval de Mazatlán (fue en el 2000, de hecho, me acuerdo porque era el Centenario y de ser candidata, pasé a ser bailarina) y el número de apertura era con unos cuernos de venados. No es nada fácil bailar “con indumentaria”, porque además le teníamos que brincar de una manera muy particular, como venaditos. Esa coronación se transmitió por Televisa, tuvimos nuestros 5 minutos de fama, jaja. ¡A mí me siguen faltando 10!

Si andan por Broadway, ¡no dejen de verla! El slogan es cierto: “see it now, remember it forever”.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Aladdin

¡¡Qué preciosa obra!! ¡¡Todo me encantó!! La música, las actuaciones, la escenografía, los vestuarios, toda la producción está espectacular.

El Aladino es Adam Jacobs y me encantó cómo lo hace. Su sonrisa es 100% Colgate, jaja, gigante, franca y súper blanca. Baila increíble, y aunque hace los mismos movimientos que las mujeres, es muy masculino, lo cual se me hace muy sexy (por la cuestión de estar bien centrado en su energía mascuilina). Está casado y tiene dos hijos. Y tiene todas las tablas del planeta: ha sido Simba en “El Rey León”, Marius en “Les Misérables”, Sky en “Mamma Mia”, el Príncipe en “Cinderella”, etc.

La Jazmín (Courtney Reed) también está linda, muy “árabe”, y cero flaca, lo cual también es bueno. Tiene una voz medio chillona, but it’s OK. Caso curioso el de Jafar (Jonathan Freeman), pues lo interpreta el mismo actor que le dio voz al personaje en la famosa película que muchos de nosotros vimos.

Todos los demás personajes también increíbles, pero el que se llevó las palmas fue el Genio de la lámpara, James Monroe Iglehart. Muy simpático y OMG, ¡qué condición física tan cañona!

Sobre la música, les platico lo que viene en el programa: el escritor Howard Ashman y el músico Alan Menken habían trabajado juntos en “La Pequeña Sirenita” y “La Bella y la Bestia”, cuando en 1992 crearon 11 nuevas canciones para el proyecto cinematográfico de Disney,  “Aladino”. Lo triste fue que muchas de esas canciones no se usaron… y el público nunca las escuchó.

Cuando hace un par de años nació la idea de llevar la historia al teatro, ¡las rescataron!, esta vez de la mano del escritor Chad Beguelin. NOTA: Ashman murió de SIDA en 1991, pero Menken sigue vivito y coleando, así que fue él quien sugirió revivir las “viejas” canciones que nunca habían visto la luz del sol. ¡Mejor decisión, imposible!

Claro que también se incluyen las clásicas como “A friend like me” y “A whole new world”, de Tim Rice, Soque en 1995 toqué en piano durante el Parent’s Visit de Overbrook.

Otras dos ligas emocionales a esta obra es que cuando fui Reina Infantil del Carnaval (SGM Bianca I), el tema fue Aladino, así que el día de la coronación entré al Estadio Teodoro Mariscal cargada por mis súbditos. Por ahí hay miles de fotos, pero no en Facebook porque era 1993.

Y por ahí del 2001 o 2002, en el verano, participé como bailarina en la obra de teatro que protagonizaban Marichelo (la hermana de Anahí) y no me acuerdo quién más. Durante un mes visitamos 17 ciudades. Fue una gran experiencia pero bastante dura porque el ambiente estaba muy pesado para una niña virgen, provinciana y fresa como yo en aquel entonces.

Si están por Nueva York, no dejan de ver esta hermosa y vibrante obra en el Teatro New Amsterdam (que tiene 111 años, pero súper mega bien conservado/remodelado). ¡Vale la pena la inversión! Aunque como dicen que “el que convierte no se divierte”, ya ni quise saber bien en cuántos pesos me salió mi escapada teatral, pero no importa, ¡salí feliz, cante y cante!

I can show you the wooooorld, shining, shimmering, splendid… ¡¡aaaahhhhh!!

 

domingo, 3 de agosto de 2014

¿Quién teme a Virginia Woolf?

Primero que nada, gracias a Guillermo Lezama y Adriana Llabrés por haberme invitado. Me encanta ir al teatro y lo disfruté mucho junto con el Gus.

La obra es oscura, macabra, psicótica. No sales de la sala con un ánimo alegre o de fiesta, sino todo lo contario. Al menos nosotros salimos pensando que, como raza, estamos bastante podriditos. Somos capaces de hacer mucho mal. Nuestra naturaleza en sí no es muy positiva que digamos. Sin conciencia, creo que los animales son más buenos que nosotros.  

El corito del título de la obra va con la tonadita de la canción de los Cochinitos “Who’s afraid of the big bad wolf, of the big bad wolf, of the big bad wolf”. Fue escrita por Edward Albee, el dramaturgo vivo más significativo de Estados Unidos. En 1963, esta obra fue elegida por el jurado para el Premio Pulitzer, pero el comité le negó la distinción por considerarla una obra obscena e indigna. Les digo que no soy la única que piensa que es muy oscura.

Actúan Blanca Guerra, Álvaro Guerrero, Sergio Bonilla (está i-dén-ti-co a su papá, qué bárbaro) y Adriana Llabrés. Interpretan respetivamente a los matrimonios conformados por Martha y Jorge, y Nicolás y Linda.

La parte oscura a la que me refiero es esta doble moral con la que a veces actuamos. Aparentamos cosas que no son, queremos que piensen de nosotros cosas que no somos. También refleja la violencia y el maltrato no sólo físico sino afectivo, psicológico, emocional. Cómo minimizamos y humillamos a las personas diciendo las palabras perfectas en el tono exacto en el que sabemos que va a lastimar, a herir, a afectar su autoestima. ¡Somos magos a la hora de aplastar a los demás para ensalzar nuestro ego!

Por otro lado, como bien dijo el Gus, la semilla de ambos matrimonios no era la mejor, pues no habían decidido unir sus vidas por amor, sino por meritita conveniencia. ¿Y cuánto tiempo te puede servir una persona? Claro está que más de 20 años, pero el daño es ridículo y la codependencia incuestionable. Yo no digo que aunque te cases por amor no tengas problemas, pero tan siquiera estará el respeto y la admiración de por medio. Al menos debería de, ¿no?

El alcohol es una cuestión presente a lo largo de toooda la obra. ¡No paran de tomar un solo segundo! Entonces se les afloja la lengua más de lo debido, porque si algo ofrece es desinhibición total, así que nos hace hacer las cosas sin conciencia. Y cuando no somos conscientes de nuestros actos, repito, podemos llegar a actuar peor que animales, porque toda esa inteligencia que tenemos la enfocamos hacia lo negativo y lo destructivo… tal cual es nuestra naturaleza (después de los tres años).

One Chance (Mi gran oportunidad)

Es la película de la vida de Paul Potts, el vendedor de celulares / cantante de ópera que ganó el concurso “Britain’s Got Talent” en 2007. Su primera audición cantando “Nessum Dorma” se hizo viral en internet. Si acaso no la vieron, den click aquí: https://www.youtube.com/watch?v=VnCX31HlFAE ¡¡Hasta se me enchina la piel!! Qué privilegio tener una voz así, y tener la oportunidad de educarla y compartirla con los demás.

Los actores son súper desconocidos, al menos para mí. Potts es interpretado por James Corden y su esposa Jules por la actriz Alexandra Roach. En mi opinión, al menos a él le hicieron un poco el favor (a ella no la he visto en persona), porque en la vida real estaba más gordito y chimuelo. Pero bueno, la magia de conocer a una persona es que cuando logras ver más allá de lo físico, el alma te conquista y seduce de una manera que dejas de ver que le sobran kilos y le faltan dientes.

Sobre esta película, quisiera compartir algunas reflexiones.

La primera es que no todo es lo que parece. Quizá cuando vimos a Potts por primera vez hace siete años pensamos que era un aficionado que cantaba ópera igual que yo canto las canciones de Britney Spears en la regadera. Pero no. Él desde chico sabía que le gustaba cantar, que amaba la ópera y que se quería dedicar a eso. Desgraciadamente en Venecia, cuando le toca cantar frente a Pavarotti, éste le dice que no está listo para dedicarse a la música… y que quizá nunca lo esté.  

Ahora, ¿por qué no debemos odiar a Pavarotti? Porque él sabe lo que exige una carrera en los escenarios, conoce de primera mano los sacrificios que conlleva, los retos que hay a diario, la competencia feroz, etc. Y nota a Paul tan inseguro y tan nervioso, que mejor le expresa su sincera opinión, quizá un tanto brusca e hiriente, pero era “su” verdad, y se vale. Lo malo es que Potts, en su inseguridad, lo escribe en piedra. ¡Y pum!, abandona su sueño.

Ahora, lo que yo pienso, viendo literalmente la película completa, es que no era su momento. Dios tenía otros planes para él, más grandes y brillantes, y yo creo que eso nos pasa a todos muchas veces. Nos clavamos en el rechazo, en el que las cosas no salieron como esperábamos, en que el universo no se alineó y perdemos la fe, la confianza y la certeza de que la vida es perfecta, y de que ¡de verdad! todo llega cuando tiene que llegar. En aquella ocasión, era mejor así. Y claro, qué amargura sentir el dolor y el sufrimiento que acompañan a la derrota, pero cuando se le presenta otra oportunidad, Potts la toma y la aprovecha al máximo. ¡Eso es lo maravilloso del asunto! Tenemos que mirar atrás sólo para recordar lo vivido y aprender de ello, no para traumarnos ni arrepentirnos, ni ir por la vida lamentándonos o victimizándonos; “que si él me dijo que no tenía talento”… ¡Excusas! Bien entonces la escena del papá, en el que lo enfrenta y le dice “deja de compadecerte de ti mismo y agarra al toro por los cuernos”.

También bien por la esposa (a quien conoce por internet) que siempre está a su lado, apoyándolo. Y esto me lleva a acordarme de los que dicen los kabbalistas en cuanto a que un hombre debe siempre tener una mujer a su lado para ayudarlo a crecer. La Kabbalah dice que las mujeres somos espiritualmente más elevadas que los hombres, por eso nuestro deseo de recibir para compartir con los demás es mucho más fuerte que nuestro deseo de recibir sólo para nosotras mismas. La maternidad es la mejor prueba de ello. La cuestión es que por eso los hombres nos necesitan (no es por el sexo, jeje). Por eso a veces encontramos mujeres solteras 100% realizadas y felices, porque no necesariamente tenemos que ayudar a crecer a nuestra pareja, sino a cualquier hombre: papá, hermano, hijo, sobrino, nieto. La misión se cumple igual. Quizá de ahí también la frase que dice que “detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer”. Y no se refiere al “detrás” desde una postura de sumisión, sino una de empoderamiento, de motivación, de empuje. Por eso, felicidades también a la mamá de Potts, que sabe mantener un matrimonio aunque a veces resulte difícil. Ella logra sacar lo mejor de ambos, tanto de su esposo como de su hijo… ¡Así de fuerte es nuestra luz, chicas!

Finalmente, lo más padre es que la historia no es ficticia, sino 100% real (seguramente con los ajustes necesarios para llevarla a la pantalla grande, pero en esencia real). Lo triste del asunto es que detrás de este éxito hay más que bullying, rechazo, inseguridad y temor, hay también una experiencia de abuso sexual a los 15 años que Potts decidió no compartir con los realizadores del filme por temor a opacar las demás vivencias. Muy respetable, pero he ahí: la vida en sí misma tiene más drama, comedia, terror y romance que las historias que podemos crear en la imaginación. Por eso mejor vivirla al 100% y no andarnos con mecanismos de defensa para evitarla, como son todos los vicios.

Por cierto, ¡amé al jefe de Potts de Carphone Warehouse!, jajajaja, es lo mejor. Lo ascienden sin hacer nada, la pasa bomba siendo un desastre. Mi teoría es que fluía tan bien con la vida –sin preocupaciones, agobios o pretensiones–  que le llegaba lo mejor sin esperarlo. No digo que sea bueno alcoholizarse a las 10 de la mañana, pero me gusta su sencillez y capacidad de goce. ¡Como la de un niño!