domingo, 16 de octubre de 2011

Moneyball (El Juego de la Fortuna)

Aunque nunca le he entendido literalmente NADA al beisbol, me encantó la película. Lo más atractivo –en mi opinión– es que está basada en la vida (real) de un cuate que aún vive. Me imagino que se ha de sentir padre que millones de personas vean “un pedazo” de tu vida en la pantalla J
La verdad es que “Moneyball” está plagada de mensajes. Me gustó mucho, por ejemplo, la relación que tiene Billy Beane (Brad Pitt) con su hija, en la que trata –por sobre todas las cosas– de no preocuparla. Pero el que se lleva las palmas es Peter Brand, interpretado magistralmente por Jonah Hill (never heard of him before).
Lo primero que me llamó la atención es la capacidad de observación que tiene Billy. En una de sus tantas juntas se da cuenta que “algo” que dijo Peter hace que no le den al jugador que quería. Creo que en la medida en la que aprendemos a observar podemos ser 1) más serviciales, 2) más detallisas y 3) más audaces.
Lo segundo es la humildad para pedir un consejo. A veces estamos hasta el cuello, metidos en un problema en el que no vemos la luz al final de túnel, y no somos capaces de pedir consejo o incluso nos molesta que la gente nos dé tips para solucionarlos. Este no es el caso. Billy no sólo escucha la teoría de Peter, sino que la hace suya. “Es de sabios cambiar de opinión”.
Lo tercero entonces es el inmenso deseo de hacer esa idea realidad. En la mente de Billy, ese deseo era cambiar el sistema: contratar a jugadores subestimados (“an island of misfit toys”) a precios competitivos (no millones de dólares, como los grandes equipos) y ganar el último partido. Revolucionar el mundo del beisbol no era un antojo, un simple “quisiera”, “estaría padre”; era un verdadero y auténtico deseo.
Luego entonces creía que era posible… si no no se hubiera arriesgado tanto. Sin importarle que en el pasado no había sido el mejor jugador, creía que era posible cambiar “la mátrix”. Y literal todo el mundo lo tachaba de loco (todos menos Peter), de looser. ¿Qué tal los comentaristas? Decían hasta de lo que se iba a morir. ¡Pero ah, como cambia la cosa cuando llegan al partido 20 invictos! Entonces el rey es ¡¡el entrenador!! (válgame Dios). Pero a Billy le vale, no le importa lo que dice la gente, está convencido de lo que cree y sigue adelante. Eso es saberse enfocar. Ni se marea ni se sienta en sus laureles porque su meta no es el récord, que le aplaudan, dar entrevistas y salir en el periódico o la TV (qué bueno porque eso nunca pasa); es ganar el último partido. Esa es su expectativa, y la sigue siendo (por lo menos en las letritas del final eso decía).
Según Michel Domit, estos tres elementos (deseo-creencia-expectativa) son como “la lámpara maravillosa”, pero como dice un proverbio chino: be careful what you wish for.
Sobre la teoría en la que se basa la nueva administración (cuarto punto), pues la verdad es que es una lástima que a mí se me haya oxidado el cerebro –del lado de las matemáticas– porque aquí se comprueba que son una maravilla. Me acordé del examen de admisión del ITAM: una cuata haciendo la postura (de yoga) del Bailarín y salen como mil fórmulas, ángulos, quebrados, ecuaciones; entonces dice que “si la vida la ves así, el ITAM es para ti”. Yo por eso estudié en la Anáhuac, jijiji.
Otro punto a resaltar son las cualidades de un buen empleado: Peter (¡mis respetos!). Es leal, obediente, dice lo que piensa pero al final hace lo que le piden; no supone nada, es amable, dedicado, ecuánime, siempre da más. En cambio, el entrenador y los cazatalentos son una bola de soberbios. Creen que tienen la verdad absoluta, no aceptan sugerencias, son engreídos, desobedientes. MENOS el más viejito. Él sí capta y me encantó la escena en la que dice: “Billy es nuestro jefe, nosotros podemos proponer pero él toma la decisión final y punto”. ¡Wow! Esa sí es humildad. Hay que aprenderle tanto a esa gente… (a los adultos mayores pues).
Lo único que me pareció una verdadera pena es cuando le proponen a Billy ser el general manager de los Red Sox. Por un lado me gustó mucho que, como de joven tomó una decisión basada en el dinero (y no le fue nada bien), ahora elige que eso no sea un factor, y rechaza la propuesta. Me parece sin duda algo muy auténtico, pero ¡híjole! Da coraje que cuando salen las letritas del final dice que los Red Sox ganaron la Serie a los dos años siguiendo este mismo modelo, mientras que Billy sigue esperando que su equipo gane el último partido. Pa’ colmo se oye la cancioncita que canta la hija diciendo “You’re a loser, dad” como 100 veces L Eso no estuvo padre. Sobre todo porque la versión original ("The Show", de Lenka) dice "I want my money back".
Pero fuera de ahí, la verdad es que se requieren muchos de aquellos para escoger cumplir nuestro sueño (y a nuestra manera) sobre un sueldo récord. Creo que la mayoría hubiéramos dicho “pues bueeeeno, es un lujo, pero creo que lo valgo y ya me lo merecía”. Y cambiaríamos de camiseta. Pero Billy no. Ahí sigue –esperando, quizá– pero con la conciencia tranquila de haber elegido con la cabeza (no con las emociones) cuál era su destino, cómo quería que fuera su futuro. Y eso, en mi humilde opinión, es algo digno de admirarse, sobre todo en una sociedad tan materialista y consumista como la que nos está tocando (y de la que –para bien o para mal– formamos parte).

1 comentario:

  1. Hola me gustó tu opinión, a mi me encantó cuando se le acerca por primera vez a pet y le dice: "quien eres tú?, no me importa como te llames, que pasó alli dentro? Morí de risa

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