lunes, 21 de noviembre de 2011

Rojo

Qué bueno que Carlos me invitó porque de otra forma nunca hubiera ido a ver esta obra. Está buena, sí, pero no es mi estilo. Me pareció medio heavy…
Actúan Víctor Trujillo (Brozo) y Alfonso Dosal (muuuy guapo) y el guión es de John Logan. La obra fue ganadora del premio Tony en 2010 y se basa en la vida del pintor Mark Rothko y su asistente Ken.
La trama tiene lugar en 1958, cuando al pintor expresionista (primero se llamó Marcus Rothkowitz, pero se lo cambió por considerarlo demasiado judío) le pidieron una serie de murales para el restaurante Four Seasons de Nueva York, lo cual parecía como el contrato más atractivo de la historia del arte moderno.
Durante dos años dedicó cuerpo y alma a pintar estos murales en su estudio (que en otro tiempo fue un gimnasio) con la ayuda de Ken, quien también quería ser pintor.
Como dice en el programa: “Cuando Ken gana la confianza suficiente para cuestionarlo, Rothko comienza a agonizar, pensando en que el gran logro de su carrera podría representar paradójicamente su muerte como artista”.
El meollo del asunto, y en lo que se basa toda la mi reflexión, es que esa precisa “muerte” de Rothko no es más que un ego súpermegahiper inflamado, el cual lo lleva a considerar a los “ricos” como indignos de sus obras.
En el programa dice: “Rojo retrata la ambición y la vulnerabilidad del artista al momento de crear el trabajo más trascendente de su vida”. Yo más diría que más que ambición es un serio complejo de “genio”, el cual, obviamente, al ser cuestionado, lo hace MUY vulnerable, a grado tal que se suicida (a los 66 años).
Durante las dos horas que dura la obra, uno observa que la actitud del artista es bastante pedante. Lo curioso es que la mayoría estaremos de acuerdo en que los artistas, entiéndanse actores, bailarines, poetas, escritores, músicos, tienen una sensibilidad más “a flor de piel” que el resto de los mortales.
Pero creo que esa sensibilidad mal manejada (como en este caso) puede causar muchos estragos en la propia vida, además de dañar a quienes rodean al artista en cuestión, ya sea por la excesiva –y constante– explosión de emociones o por diferentes tipos de “obsesiones”.
Lo que quiero decir es que en estas carreras se da mucho el ego inflamado. ¡Vamos! La mayoría cree que es la/el número 1, la/el más guap@, la/el mejor. No quiero generalizar, pero de verdad que tengo casos cercanos (tanto a nivel personal como profesional) en el que los artistas no dejan de asombrarme con sus peticiones/obsesiones/requerimientos. Caen en lo ridículo, en lo absurdo, en lo absolutamente banal y superficial.
Esta obra eso refleja: Rothko, ok, es bueno en lo que hace, ¿pero como por qué ha de considerar a los comensales del Four Seasons como tarados indignos de apreciar su arte? ¿En qué momento el se hizo superior al resto? ¿Qué lo hizo pensar que era taaaaaaan especial?
Yo creo que lo más padre de alguien, de hecho la virtud que yo más admiro en alguien, es la humildad. Me fascina cuando conozco a gente que digo ¡¡wow!!, pero que reconocen que son igual al otro sólo que con más oportunidades, cuando se saben igual que el vecino nada más que con más talentos, cuando se identifican con el resto del mundo con la conciencia de saberse más responsables porque tienen mayor influencia. Pero ¡qué padre que la persona se mantenga auténtica, leal, original, humilde!, sin poses ni actitudes falsas y ridículas que sólo disfrazan su vulnerabilidad.
Claro que este pintor se las daba de “muy acá” (no encuentro la palabra ideal para describirlo, creo que sería como “clasista” pero en sentido cultural), entonces cuando Ken le cuestiona su coherencia, pues lo desarma: “¿No que los “ricos” son unos tarados? Pues entonces no acepte su dinero, sino cállese… porque si juega su juego quiere decir que es igual a ellos: vende su arte al mejor postor sin importarle más”. Obviamente no lo dice con estas palabras, pero es lo que yo capté (ja!).
Si de por sí la humildad es una virtud muy poco vista hoy en día, en el medio artístico (en general, no sólo en la tele o el cine) creo que lleva algunos siglos extraviada al 100%. No quiero decir que TODOS son iguales, estoy segura que por ahí habrá alguna actriz, algún pintor, algún músico, alguna cantante, algún escritor, alguna escultora, algún bailarín, que sepa lo que vale (tanto personal como profesionalmente hablando) sin caer en la ridiculez, pero ¡hijoles!, neta creo que son los menos. Y por lo mismo creo que a veces sufren demasiado. Porque nadie les va a decir todo el tiempo lo maravillosos que son, lo bien que se ven…
Creo que todos tenemos la capacidad de dar y hacer arte, ¡hay infinidad de formas! Pero hay que darlo por amor, con amor, para amar. Si somos buenos para algo, no hay que creer que eso nos hace mejores o superiores al resto de la gente; es más padre identificar nuestros talentos y luego encontrar la forma de compartir ese don que Dios nos dio con los demás. Después de todo se nos dio gratis, afortunadamente lo descubrimos, ahora compartámoslo con amor. Claro que si es tu carrera, cobra, nadie dice que no ("el amor no paga la renta"). Pero que la actitud en la vida sea humilde; los frutos son mayores y hay más felicidad (o por lo menos menos sufrimiento) en el camino.

2 comentarios:

  1. Hola, me parece muy acertada tu descripción del personaje, pero creo que la gente que no ha visto la obra, se quedaría con la impresión de que solo se trata de ver a un artista arrogante y pretencioso haciendo berrinches (y en gral si es así) aunque considero que la obra tiene un mensaje aun más profundo que eso pues desde mi óptica es una obra que enfrenta al hombre con el arte y el sentido que el arte mismo tiene en su origen, los cuestionamientos y los diálogos los puedes tomar personales y preguntarte cual es tu postura ante el arte solo como un ejercicio. Saludos

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  2. Eso es cierto. Gracias x compartir. De hecho recientemente vi una frase que decía "earth without art would be just EH" y me gustó porque ciertamente todos los días convivimos con el arte :)

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