lunes, 28 de julio de 2014

Skinny Bitch in Love

Ya había escuchado de esta serie de novelas, pero hasta ahora leí esta (in Love), ¡y la amé! No podía parar, estaba picadísima. Les prometo que me daban las 2 de la mañana leyendo… y entro a trabajar a las 8, osea que de verdad es un lujo que no me puedo dar muy seguido, pero bueno. Lo hice y lo disfruté. La autora es Kim Barnouin, quien me da la impresión de ser toda una skinny bitch herself.

Esta novela me gustó por tres cosas:

1)  GIRL POWER. A ver muchachos. Ustedes son proveedores en la relación, de eso no hay duda. En la Kabbalah se dice que el hombre es la luz y la mujer la vasija. Los hombres son como la jarra y nosotras el vaso. Para servir el agua, la jarra tiene que estar un poco más arriba, ¿cierto? He ahí que la admiración es tan importante. Peeeeero si creen que sólo pueden proveer dinero, están muy equivocados. Y este libro es una prueba de ello. Clementine Cooper lo último que quiere de Zach Jeffries es su dinero. Pero él necio que la quiere conquistar a billetazos… y ella necia que no se deja, entonces se dan cada agarrón, que bueeeeno. Lo mejor es que al final terminan teniendo una relación de pareja ¡pareja! porque, digamos, si la intención de ayudar a Clem (por parte de Zach) hubiera sido pura y limpia, pues OK, ella feliz la hubiera aceptado, como aceptó la de sus amigos, su hermana, sus papás… pero no era así. Él buscaba de cierta forma imponerse –o ponerse por arriba– basándose en el poder que le daba el dinero, y yo creo que una relación en la que cualquiera de los dos “le está haciendo el favor al otro”, está destinada a fracasar. No hay nada como andar con alguien a quien tú le aportas y viceversa, no que te “pobretea”, porque siendo realista, ¿cuánto le puede durar la lástima? Y del otro lado, ¿de cuándo acá la codependencia es algo bueno? Entonces, aunque Clem muere por Zach, nunca deja que la haga chiquita. Y no hablo de un feminismo tonto y de competencia, en donde minimizo al otro para crecerme yo, sino de una relación en la que ambos saben lo que valen y saben lo que le pueden aportar al otro. Se respetan a sí mismos y eso es lo que exigen, ¡así que bien ahí!

2)  LA COMIDA VEGETARIANA. OMG! Mencionan cada platillo, que se me hacía agua la boca. Aunque necesitaría probar porque una vez pedí no me acuerdo qué en una cocina vegetariana y casi vomito. Literal. Cada quien su panza y sus ideas, pero yo creo que todo en exceso es malo, tanto comer mucha carne como no comerla. Aquí, ya sé, los veggies me van a vetar, pero la neta yo sí creo que podemos comer de todo, simplemente no abusar. Para Clem, todo lo animal/lácteo es “crap”, por eso a su restaurante le pone “No Crap Café”, pero para mí la carne, el pollo, el pescado, el huevo, los lácteos, etc. son cero crap, ¡son una delicia! Y proteína. Así que bueno, yo estoy bien con mi régimen, aunque sí me gustaría probar los postres que prepara. Voy a investigar en el DF dónde los hacen, seguro hay un lugar.

3)  QUE LA VIDA ES UN SUBE Y BAJA, Y LO MÁS IMPORTANTE ES LA ACTITUD. A Clem le cambia la vida por una trastada que le hace una compañera del trabajo, pero en lugar de ponerse a llorar y lamerse las heridas por tiempo indefinido, se aplica y se levanta. Se pone las pilas cañón y hace realidad muchísimos planes que no había podido concretar por ser empleada de un restaurante. Aunque reconoce que lo que le pasó “no es de Dios” (jaja, amo esa expresión), no se victimiza y sigue adelante, lo cual me encanta. A mí me pasó algo parecido y sólo les puedo decir que, dos años después, a mi piedrita en el zapato le fue peor. Porque eso es lo bonito de la vida: al final, la verdad siempre sale. Así que si andamos fregando gente, ¡aguas!,  porque más temprano que tarde se nos regresará toda la m****@ que le hacemos a los demás. Karma is a bitch. Y todo lo que hacemos tiene consecuencias, así que hay que actuar mejor, con más conciencia, no como Rain o Eva. ¡Par de muchachas malvibrosas! But then again, we can’t judge. Caras vemos (y actos no entendemos), corazones no sabemos.

¡Ya quiero leer todos los demás! Ahora que vaya a Barnes & Noble, me voy a surtir :)

pd. ¿sabían que el corrector de iPhone completa la frase #Skinnybitch con sólo escribir #skinny? How cool is that!!

jueves, 24 de julio de 2014

Pánico 5 Bravo

Me encantó, me mantuvo al filo del asiento tooodo el tiempo. ¡Aplausos para Kuno Becker! Es su ópera prima y hace absolutamente todo: actúa, dirige, produce, escribe, edita, ¡es su bebé! No por nada le anda haciendo promoción en cuanto medio de comunicación se deja vistiendo una polo con el logo de la peli. Nada que criticar, creo que todos haríamos lo mismo. 

Las actuaciones son muy buenas, de todos. Del personaje de ‘Alex’ me gusta que es mexicano, pero cero habla con el acentote ni sale lavando baños, lo cual se agradece porque siento que es una forma de dignificarnos. ¡Ya chole que siempre seamos los nacos de la película!

La sorpresa fue Sofía Sisniega, la gossip girl mexicana, ¡no la ubiqué con el cabello castaño! Se ve más normalita… Como que siempre las rubias llaman más la atención, ¿no? SPOILER ALERT La escena de la violación, aunque no se ve nada, se me hizo t-e-r-r-i-b-l-e, demasiado impresionante. Creo que ese día tuve pesadillas en la noche.

La doctora Bobbi (interpretada por Papile Aurora), pppfff, ¡la odié! Mugre vieja, doble cara, maldita, sangre fría y traidora, pero nuevamente, no podemos juzgar. Al final del día, no sabemos lo que nosotros haríamos si estuviéramos en sus zapatos.

El que me da lástima es Richard (John Henry Richardson), el doctor jefe de la ambulancia que está a punto de retirarse; la escena de cuando se arrepiente de haberse divorciado y dejado a sus hijas. El otro día platicábamos el Gus y yo con una coach de cómo a veces hay muchos matrimonios que se podrían salvar si hicieran sus egos a un lado y vieran los problemas como oportunidades para ser mejores (ellos mismos, no sus parejas) y no para tirar la toalla.

Josh, el guatemalteco wanna-be (Dan Rovzar), pues nada… pobre. La inseguridad está cañona, nos hace hacer y decir caaaada cosa, que bueeeeno. ¿Pero qué tanto se puede sostener una mentira? Lo que está rudo es su novatada. Hasta a mi me dolió #auch!

Para terminar, me quedo con cuatro cosas:

1) “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. No es sólo un refrán, ¡es de las frases más sabias que tenemos en nuestro país y 100% verdad! Alex le iba a proponer matrimonio a Felicia en la madrugada, y por esperar “un mejor momento”, nunca le da el anillo.

2) Una decisión nos puede cambiar la vida 360º. De primera instancia pueden no parecer tan trascendentes, pero cada cosa que decidimos o no hacer nos puede afectar de una manera total y dramática, tanto para mal como para bien.

3) Hasta miedo me da escribir esto, pero es una realidad y me consta (soy de Sinaloa, ya sabrán): con los narcos no hay que meterse, es mejor llevar la fiesta en paz. De lo que son capaces en la película, ¡en la vida real es igual o más! No es exageración, así que mejor de lejecitos. Claro, en la movie es accidental esta relación, pero bien decía Maribel Guardia que ella prefería no actuar en eventos privados (fiestas de cumpleaños, aniversarios, festejos) porque podría ser que la casa fuera de un narco, ¿y para qué quieres? Ella muy prudente, muy bien.  

4) La dualidad del ser humano está muy bien retratada. Alex era una persona buena, de hecho es quien insiste en cruzar la frontera para salvar al herido. ¡Ah, pero eso sí!, nomás no nos presionen los botones rojos porque entonces sí somos capaces de amenazar, cortar dedos, disparar una pistola y matar gente (que hasta hacía tres días eran ‘amigos’). Así es nuestra naturaleza: reactiva. Y requiere un esfuerzo diario –constante y sonante– ir en contra de ella. Ser proactivos exige tener la conciencia presente 24/7, mantenernos conectados con la Luz todo el tiempo y eso, en situaciones de estrés, es heroico. Y Alex no es un héroe, es una persona común y corriente, como el 99% de nosotros.

viernes, 20 de junio de 2014

The fault in our stars (Bajo la misma estrella)

¡Ah, cómo lloré! También reí, tiene sus detalles cómicos, pero básicamente es una historia que hace pensar e invita a apreciar la vida y la salud.

Hazel Grace y Augustus Waters, ¡súper buenas actuaciones! Su historia de amor es lo máximo. Me hizo reflexionar en lo importante que es para el ser humano tener una pareja, sin importar edad, condición social, económica o de salud. Al final venimos al mundo a amar y ser amados.
También me gusta mucho la figura de la familia: unida, fiel, positiva, luchona. Y me gusta ver que la mamá de Hazel crece en el dolor. Cuando su hija comienza con la enfermedad, ve más su dolor (“ya no voy a ser madre”), pero conforme van atravesando la enfermedad, empieza a estudiar Trabajo Social porque quiere ayudar a los demás compartiendo su experiencia, ¡qué diferencia! Deja de centrarse en ella y su sufrimiento, y mejor acepta la situación e intenta sacar lo mejor de ella. Y la hija lo celebra, lo cual también me encantó. Fue de mis escenas favoritas.

SPOILER ALERT!
Otra cosa que me hizo pensar es que no sabemos ni el día ni la hora. A veces podemos creer que nos va a ir mejor que a otros porque somos mejores en tal o cual aspecto, ¡y nada! Y lo mismo sucede al revés. Suponemos que estamos peor… y resulta que no tanto. Por ejemplo, Hazel jura que ella se va a morir primero, y por eso no quiere andar con Gus, porque lo va a lastimar. Pero ¡oh, sorpresa! que el que se va primero es él.

De este personaje me fascinó la madurez. Gustavo dice que es casi imposible que un muchacho de 18 años sea así, pero yo sí lo creo porque las lecciones que da tener cáncer desde joven me imagino que es como un curso acelerado de aprendizaje para saber qué es importante es esta vida… y que son puros dramas que nos inventamos en nuestra cabecita loca (más a esa edad). Me gusta que es alegre, positivo, 99% del tiempo está de buen humor, es buen amigo, pero también se quiebra y tiene sus inseguridades (cuando lo van a hacer, que le dice lo de la pierna).
Un detalle que me llamó la atención es en el velorio, que el Padre no dice que Hazel es su novia y ella lo aclara. A veces creo que estamos tan prejuiciados… Estaba viendo el video de Sor Cristina, en La Voz Italia, la cara que ponen los jueces cuando ven que la chica que está cantando es monja, creo que el efecto fue desproporcionado. Para bien, a lo mejor, pero igual no es pareja la emoción.

En fin, una gran película, con un mensaje increíblemente valioso: disfruta cada día al máximo, aquí y ahora, vívelo al máximo, gózalo, sácale todo el provecho. Cáete –se vale– pero levántate, sacúdete la apatía, be there for the ones who love you (friends, family, neighbors) , and don’t be afraid to love. It doesn’t matter what happens to you, don’t ever lose the energy and DESIRE to love.
Care for others and love, love, love. Trust God. It’s true: everything –at the end– will be OK.

OK?
pd. qué gusto me da que mi sobrina sea fan de John Green, autor del libro en el que esta peli está basada. Se lo traje de NYC y fue por ella que sabía que iba a ser "the next big film"... :)

lunes, 2 de junio de 2014

Maleficent (Maléfica)

¡Qué buena película! Angelina Jolie está espectacular. Elle Fanning no tanto, se me hizo muy sobreactuada la sonrisa, no sé, como falsa.

El mensaje con el que me quedo es que “el amor verdadero” no es igual a “atracción física” ni a “sentir bonito”. El amor verdadero implica una relación, en la que por añadidura tendría que haber comunicación, confianza, amistad, sacrificio.
Por eso me gusta que (spoiler alert) Aurora no se despierta con el beso del Príncipe, sino con el de Maléfica, su hada madrina.

Claro que las mujeres necesitamos una pareja. Quien diga que no está mintiendo. Recién vi un post en Facebook que decía, entre otras cosas, “feministas hasta que se casan”. Pero que quede claro que no lo necesitamos desde un punto de vista infantil en el que ocupamos que nos digan qué hacer, sino para revelar más luz juntos.

Sí deseamos tener un hombre a nuestro lado, entre otras cosas para hacernos más poderosos estando unidos, para complementar nuestra visiones, para ser cómplices en nuestras aventuras, para ayudarnos a crecer y ser la mejor versión de nosotras mismas, para fluir y sacar nuestro lado más femenino, para disfrutar de nuestra sexualidad, para compartir el gozo y la alegría de cumplir nuestros sueños… por eso me gusta que el Príncipe Phillip sí se da su vuelta a la coronación de Aurora. 

Por otro lado, se me enchinó la piel cuando a Maléfica le cortan sus alitas, ¡pobre! Sentirnos traicionados es de los peores sentimientos, creo yo, además de la culpa y las ‘i’es: indiferencia, impotencia, ignorancia. Lo peor es que casos así abundan. Pero visto desde otro punto de vista, no deberíamos dejar que personas tan malignas nos hagan tanto daño. Hay que disculparlas (“quitarles culpas”), saber que así son y listo, neeeext. Aprender de la lección, obviamente, pero seguir adelante sin rencor. No ser su BFF again, pero no guardarles coraje en nuestro corazón.

Un mal ejemplo de esto son Maléfica y Stefan ¡¡porque 16 años después siguen de pleito!! Stefan, por ejemplo, se dedica todo ese tiempo a preparar su venganza, ¡qué tontería y qué desperdicio de vida! Ni aprovechó su reinado ni a su su esposa y menos a su hija sólo se obsesionó con desquitarse de Maléfica. Y ella no cantó mal las rancheras. También convirtió El Páramo en un tenebroso paraíso en el que dejó de reinar la armonía y la concordia. ¿Y todo para qué?

Porque, como en la vida real, la verdad siempre SIEMPRE sale. Todo por su propio peso cae. Por eso Aurora, pienso yo, ayuda a que Maléfica recupere sus alas. Se da cuenta del daño que le hicieron y quiere ayudarla. De nuevo, eso hacen los amigos y la gente que nos quiere: nos echa una manita cuando la necesitamos.

Finalmente, me gustaron también dos cosas: 1) que Disney se lava las manos del "y vivieron felices para siempre" que toda la vida nos habíamos creído y que para nada es cierto (porque una verdadera relación de amor cuesta tiempo, esfuerzo y sacrifico) y 2) que conocemos la otra versión del cuento, "la vel'da de Maléfica", lo cual es importante, porque a veces es muy fácil juzgar y señalar, y en realidad no tenemos ni idea. Como bien dicen por ahí: "el fondo de la olla sólo la cuchara lo conoce". Así que calladitas nos vemos más bonitas (cuando de juzgar gente se trata, aclaro). 

Otro detalle que me encantó es que Angelina es productora ejecutiva. Me gusta que tanto ella como Brad Pitt se involucren tanto en sus proyectos. No cabe duda que forman una pareja espectacular.

viernes, 9 de mayo de 2014

The Between Boyfriends Book

“A Collection of Cautiously Hopeful Essays by Cindy Chupack”.

Dos reflexiones:
1- Si algún día escribo un libro –que esperemos que sí–, va a ser como este. El mismo formato me refiero, de puros ensayos.
2- He aquí que las revistas sí influyen (eso va para mí, cuando dudo si lo que escribo lo lee y/o le ayuda a alguien).

Estaba yo leyendo la revista Brides cuando de pronto me encontré con un artículo sobre “lo que nadie te dice de estar casada”. La autora era Cindy Chupack, guionista de la fashionista e inolvidable serie “Sex & the City”.


Lo leí y me encantó. Breve, conciso, divertido, real, honesto. En la nota venía el título de sus dos libros, así que tan pronto llegué a Los Angeles –la siguiente semana– y pisé Barnes & Noble, los compré (junto con el más nuevo de Mitch Albom, ¡que ya tenía!, pero bueno).

Además de la portada supergirly, los ensayos estáaaan… OMG!, qué diversión :) Su forma de escribir y sus aventuras son lo máximo; y los títulos de los capítulos, hipercreativos: “Dating Horrorscopes”, “Carmunication”, “Cupidity”, “Relocationships”, “Eggsistensial Crisis”, “Close-trophobia”, “Retrodating”, “Premature ‘We’-jaculation”, “Lone Rangered”.

Su visión del amor es muy parecida a la mía, y lo que me da más gusto todavía es saber que encontró al hombre de su vida y ya tienen una niña. Se casó a los 38, muuuucho después que todas sus amigas de la infancia, pero está feliz… y se nota.
Para quien esté “in between boyfriends”, es un must. Y para quien no, también.


martes, 29 de abril de 2014

The first phone call from heaven

Amo a Mitch Albom. No lo conozco personalmente (¡ojalá!), pero sus novelas me han hecho pensar, reflexionar, reír, llorar, escribir, platicar… En cada página se refleja su espiritualidad, que no es lo mismo que religiosidad, lo cual se agradece porque sin importar en quién creamos o cómo le digamos, nos identificamos. Al menos yo 100% sí, y me gusta que es respetuoso y amable.

Este libro me encantó por tres cosas:
1)   Tiene un final inesperado.
2)   Su misión es dar esperanza.
3)   Nos muestra por qué no podemos juzgar a los demás.

Albom tiene un gran talento (no por nada todos sus libros son #1 New York Times Bestseller) y para mí consiste en que sabe entrelazar historias de manera única dándoles giros verdaderamente inesperados, lo cual me fascina porque, por lo menos yo, me súper pico y no puedo parar. O según yo quiero hacer trampa y empiezo a ver los renglones de abajo, pero nada... ¡hay que leerlo todo para conectarse!
El segundo y tercer punto van muy de la mano, pero en general sólo quisiera reparar en el daño que nos hace juzgar a los demás. Como dice el dicho: “el fondo de la olla sólo la cuchara lo conoce”.  A veces por un hecho tachamos a la gente de cosas negativas, cuando en realidad quizá su verdadera intención era distinta a los resultados o bien, no tienen la conciencia para identificar que su acción lastima al otro. Siempre de cada historia hay dos versiones, hay que aprender a escuchar ambas, y si por algo no podemos, al menos no juzgar y perdonar, disculpar, que literal quiere decir “quitar culpas”. Cuando lo hacemos, los más beneficiados ¡somos nosotros! Osea que hasta nos conviene.

Otro toque que disfruté mucho de este libro en particular fue la historia del teléfono; cómo Alexander Bell lo creó en su mente y luego en la materia, y la forma en la que tuvo que defender la patente, pues lo demandaron –nada menos y nada más que– ¡¡600 veces!! Además, ¿sabían que las primeras palabras que se dijeron por este medio fueron: “come here, I want to see you”. Y finalmente es lo que queremos decir cuando le hablamos a alguien. Piénselo, ¡es real!
Last but not least, a todos los que hemos perdido un ser querido les digo que debemos estar contentos por la certeza que nos dan la fe y la esperanza de que están en un mejor lugar, lleno de amor. Desde el cielo nos ven, cuidan y procuran, incluso nos pueden aconsejar. Cumplieron su misión, no importa si les tomó 1 minuto o 100 años, su alma vino, hizo su tarea y regresó a la luz, a Dios. Como dijo el Papa JPII (¡Santo JPII!), regresaron a la casa del Padre. ¿Y acaso hay un mejor lugar? I didn't think so.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Carrera Día de la Familia

Muy madrugadores y felices. Nos preparamos y pronto estamos listos para correr nuestra segunda carrera de 10K juntos. Salimos de la casa rumbo al metro Insurgentes. "¿Por qué hay tanta gente afuera"?, pregunta mi Gus. "Pa’ saber", pienso yo. Dos minutos después nos enteramos: ¡el metro está cerrado! "Pppffff, ¿y ahora?", dice mi pinwino; "pues a correr hacia Reforma y luego vemos", respondo yo. 

Lo bueno de nosotros –y una de las cosas por las que ‘nos hemos hallado’ tan bien en estos cinco meses– es porque tanto el Gus como yo somos personas de retos. No digo que nos encanten (es más a gusto que todo fluya), pero no somos nada pesimistas ni negativos. Así que ahí vamos, trotando hacia la avenida más linda del DF. 
Se nos pasa un taxi, pero pescamos el siguiente. Nos dice que nos cobra $30 hasta donde llegue (mmhh), pero no cuenta con nuestra astucia de sabernos atajos para llevar a cabo nuestro plan, que es llegar a Polanco (al hotel Presidente) y de ahí cruzarnos al Auditorio Nacional, donde está la salida.

Al llegar al hotel le pago con uno de $100 y no trae cambio. Pienso que dejarle 70 pesos más es mucho y corro al Seven-Eleven que nos quedó enfrente para ‘romper’ el billete (como dice una amiga).
El cajero me lo cambia por dos de $50 y varios muchachos madrugadores me van cambiando más y más, hasta que tengo $30 pesos cash. ¡Yei!

Corro al taxi, le doy el dinero y pegamos carrera. Le digo al Gus que la actitud del taxista me puso de malas pero que se me olvidó con la buena vibra de los chicos amables de la tienda. Él me explica que están en su derecho de ponerse los moños porque hay gente mañosa que luego les quiere pagar raits de $20 pesos con billetes de $500. Ya si le sumamos pues sí salen perdiendo, ¿no? En fin. Como en todo, pagan justos por pecadores.

Corremos como si fuéramos a recibir herencia, pero no nos dejan integrarnos al carril de corredores. Son 6:57, ¡no puedo creer que lo logramos! Bueno, caaaasi. Estamos a 30 cm.

Para nuestra buena fortuna, alguien gritón le explica al guardia que no se va a atravesar, sino que va a correr 10K. “¡Nosotros también!”, digo y púmbale, nos metemos luego luego. Somos ágiles (y humildes, jaja). Terminamos de calentar y medio estirar, el Gus prepara su iPhone y yo mi iPod (sí pifa, pero quedó todo cucho desde que se mojó en la Carrera de Sport City).

Olvidé mencionar que mientras corríamos del taxi al Auditorio rezamos un Padre Nuestro y un Ave María. La realidad es que en nuestra tierna juventud (bueno, ni tanto) fuimos un tanto ‘mochos’ y algo se nos quedó. Pero además la carrera la estamos ofreciendo por dos cosas: nuestras familias y nuestra futura familia. ¿Así o más cursis, verdad? But we don’t care. Como siempre he dicho, el amor hace nuevas todas las cosas… y participar en las carreras con nuestro “+1” es una más de ellas.

Pasada la angustia del llegar o no llegar a tiempo, el Gus acepta tomarnos una #selfie (elegida por el diccionario Oxford de la Lengua Inglesa como ‘palabra del año’). Smile! 

Y aaaaarrrraaancan.

Como no somos siameses, el Gus me deja atrás más pronto que tarde. Yo voy a mi ritmo. “No entrené nada, lo hago por el gusto de hacerlo, porque tengo piernitas y un poco de condición”, pienso para mis adentros. “Un, dos, un dos… ¡qué frío! Un, dos, un dos… ¿por qué ahora las carreras empiezan a las 7 am. ¡Antes eran a las 8! Una hora es una hora… Un, dos, un, dos. ¡Wow, mis respetos! En silla de ruedas y va más rápido que yo. ¿Será considerado racismo si le aplaudo? Pero le quiero aplaudir… Un, dos, un, dos. A ver si veo al Gus de venida. Un, dos, un, dos. ¿Será que nuestra familia será de 3, 4 o 5? Un, dos, un, dos. Bueno, en el inter la ofrezco por la salud de mi papá, la alegría de mi mamá, la realización de mi hermano, la felicidad de mi cuñada, la salud de mi suegra, la plenitud de mi suegro, la paz de mi segunda suegra, y el gozo de todos sus perrijos: el Max, la Bola, la Motza, el Mateo. Un, dos, un, dos. Creo que neta sí vengo súper lento, ¿qué pex?... Pues ni pex. Un, dos, un, dos”.

Veo la meta. Me apresuro pero un gordito que viene caminando –literal– impide mi entrada triunfal. Me tengo que desviar para no llegarle como carro por atrás. “Assshhh”, me dan ganas de susurrarle, pero no me sentiría bien de agredirlo. Después de todo, la onda de las carreras es ser buena vibra. ¡Ya ni modo! Pero vean qué chafa mi foto de la llegada, ¡ni me veo! #aípalaotra



El Gusi y yo habíamos quedado de vernos al pie de la luna que está en la explanada. No hay acceso, pero nos reencontramos muy cerquita d ahí. Meeting point! “¡¿Cómo te fue, amor?!” Ya saben, cursis y enamorados, intercambiamos experiencias. Selfie por aquí, selfie por acá, ¡y váaamonos! Está aaatttasscaaado de gente, y como nos engentamos fácilmente, decidimos irnos a casa. ¿La rifa? ¡Ñaaa! ¡Hace sueño!

Después de nuestra rigurosa foto del recuerdo (para la cual yo traía otros $50 pesos), tomamos el metro. Cof, cof, cof. “Auch, mi pecho”, expreso –o bueno, me quejo más bien). Rico baño calientito, deli desayuno calientito, camita con cobijas calientitas, ¡mmm! Can’t wait! Se me cierran los ojitos, pero la tos no cede. ¡Qué lata!

La historia terminó en una inyección una semana después. El diagnóstico: enfriamiento en las vías respiratorias. ¡Buh! Pero bueno, eso y unas pastillas, según yo ya estoy del otro lado. Lo único malo es que el sábado no pude correr los 6K del Split de Adidas, ¡qué pena mi caso! Pero primero la salud, ahora –a mis 32– lo entiendo y lo procuro a toooda costa.

Agradezco a Dios la oportunidad de correr, pero más aún de poder hacerlo de la mano (figurativamente) del hombre que amo y adoro, y que es perfecto para mí. ¡Gracias, Gusi, porque juntos somos in-ven-ci-bles!, y vamos por más :) ¡Mucho más!