martes, 19 de abril de 2011

La línea del coro (A chorus line)


En reciente entrevista (ja!), Anahí dijo que el personaje de Mía Colucci le resultó fácil de hacer porque era casi casi ser ella misma (no acting involved). Lo mismo pienso que les pasa a los bailarines que salen en "La línea del coro", porque el rol es su misma vida. 

Cuando recién llegué a vivir al DF me suscribí al periódico Reforma (así de nerd era) y vi que había un casting de bailarines para la obra de "Chicago". Como según yo traía un súper nivel dancístico (gracias a Laura Téllez), me puse mis pants y me encaminé al Teatro Telmex. 

Oh, my God. Bendita autoestima. Pero la neta, wtf was I doing there? Lo mejor de todo fue que conocí Bianca Marroquín, porque justo cuando le hablaron, le dije que yo también me llamaba Bianca. Me dio un par de consejos y ya, porque ella estaba en el grupo dos y yo en el cuatro (no me acuerdo exactamente, pero algo así). 

Lo peor fue el mega oso que me aventé. Todos iban deslumbrantes, muy en su papel de "chicago" (yo no sabía ni qué era, who the hell is Bob Fossie), tenían unas extensiones de miedo, y bueno, sobra decir que cuando James Kelly montó la coreografía en exactamente tres segundos, me limité a sentarme y ver a los verdaderos bailarines hacer su audición. 

Más tarde, como de verdad sí me gusta bailar, me metí a una academia que vi en la sección amarilla.  Ahí conocí a Charlie, el ex coreógrafo de La Academia, quien me llevó al Condesa Gym, el lugar donde entrenan las grandes estrellas. Oh, sí. Desde Bianca Marroquín, Edith González e Irán Castillo hasta otros menos conocidos (pero no por ello menos talentosos) como Jacobo, Berch, Saúl, Pamela, Román, Amor, Alma, Lili y un largo etcétera. 

Por eso, cuando escuché la primera canción, que decía algo así como "Me urge trabajar", me acordé de todos ellos. Para ellos el baile es su pasión y su chamba (cual debe de). Y cuando no tienen algo estable, los ves agobiados, haciendo enemil audiciones para todo: desde comerciales para TV hasta videos institucionales y cuanta cosa. 

Después, los muchachos "del coro" comparten su historia sobre cómo comenzaron a bailar. Y aquí platican de todo: desde sus anteriores (y terrroríficos) trabajos hasta el día en que se dieron cuenta que eran gays o que se requerían más que buenas intenciones para triunfar en un medio tan competido. Cada historia es única, al igual que las nuestras :) 

Mención aparte merece la chava que la hace de Casey (Estibalitz Ruiz). Se supone que ella, de ser parte del coro, se vuelve estrella. Pero se queda desempleada y decide volver a empezar. Entonces el coreográfo no la deja porque dice que es humillante (¿dónde he oído algo parecido?), pero ella ruega y lo consigue. Se adapta, logra NO destacar entre el grupo y se queda con el papel. Después de todo, es trabajo y hay que "pagar la renta". 

Me gustó mucho la actitud de la chava porque ella sabe lo que vale, lo que puede hacer, pero no por eso se cree más que los demás. Sabe que todos son especiales, simplemente ella tuvo mejores oportunidades, mismas que se le acaban, por lo que toca las puertas de nuevo. No pasa nada. Life goes on and this, too, shall pass. 

Sobre la "destacada",  nuevamente me acordé de Laura Téllez. Me explico: una vez venimos al DF a un congreso de Gente Nueva y el concierto lo dio Paulina Rubio. Nunca se me va a olvidar que Laura quedó fascinada con las bailarinas y dijo: "estas niñas están entrenadas para no oparacarla (a la chica dorada)". Y sí. Tenía razón. En la obra se ve. 

En mi humilde opinión, creo que a cualquier persona que le guste el baile, el mundo artístico o que le interese saber qué hay detrás de la mismísima obra que está viendo, pasará un buen rato en "La línea del coro". Así que corran porque está en sus últimas semanas. 

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